lunes, 31 de agosto de 2009

La crisis del pensamiento

La Crisis del pensamiento actual.

Cuando nos referimos a la crisis del pensamiento nos referimos a una crisis basada en el ocultamiento de la verdad, hoy la verdad es solo para unos cuantos, el hombre se esta formando a través de una vida de estímulos externos y actividades espontáneas que se encuentran en equilibrio.

La vida moderna encuentra al estimulo en neta preponderancia sobre la actividad espontánea, esto es un signo de decadencia vital, hoy el hombre habla mucho menos que el de las épocas pasadas, dándose de esta manera una importancia menor al logos, al logos visto como palabra, razón.

El hombre se ha separado del logos, ya no se dedica al habla sino a escribir, pensando que a través de la escritura va a trascender, ya no tiene importancia la palabra pronunciada como medio de expresión.

El hombre busca hacerse la vida mas cómoda, es por esta razón que hoy se piensa que lo que se dice también puede ser escrito, pero muchas veces no trasciende sino después de muerto, pocos se aventuran a la lectura y solo unos cuantos llegan a trascender, el logos se esta perdiendo, el hombre moderno escribe sus pensamientos, sus poesías, etc. y espera el reconocimiento, esto por lo tanto nos lleva a que el hombre se conduzca a la soledad, de tal manera que nuestra sociedad necesita de la soledad.

El desarrollo de la maquina ha multiplicado los estímulos y ha reducido la actividad la actividad espontánea y plena del hombre, la maquina ha vuelto al hombre perezoso, el hombre busca que el mundo exterior venga a el cabiendo hincapié en la ley del menor esfuerzo.

Estamos pues en un camino de violencia que se desarrolla con la conciencia histórica, donde se intenta presentar al pasado como si fuera el presente, por lo que nos encontramos ante el ocaso y muerte de la fantasía.

La espontaneidad es reprimida en todas las formas. El hombre que vive en este instante ve como se desploma sobre el todo el pasado enlatado y clasificado, el hombre en lugar de vivir se la pasa estudiando. El placer histórico por suerte se halla aun limitado a grupos no demasiado densos.

De tal suerte nos encontramos ante una doble vitalidad, una política y la otra cultural, la primera de ellas nos presenta una especie humana que presenta signos graves de agotamiento, aunque, aun se halla lejos de estar totalmente agotada, sin posibilidades de recuperación, nos presenta como signos de vitalidad y animalidad la crueldad de las guerras; potencia productiva en la esfera económica; ideal de un cuerpo hermoso y fuerte, así como la decadencia de las religiones pesimistas. La vitalidad cultural, se mantiene alimenta y potencia en su ambiente natural, es decir, una sociedad cultural.

De esta manera podemos encontrarnos en la sociedad y en el pensamiento actual, a la soledad, locura suicidio, miseria, indiferencia, como los portadores del mismo, pero estas, son las enfermedades que nos muestra el pensamiento actual.

La falta del logos ha encaminado al pensamiento a decaer y con ello continua la decadencia del hombre.

Otro signo de la crisis y de la falta de logos se ve en la política y mas propiamente en el instinto político, ahora vemos como el hombre se vale mas de las armas e incluso podemos decir que: “los hombres no han inventado aun un instrumento mejor que las armas para servir al instinto político”[1].

La violencia ha pasado a perder el logos, dejando de lado la razón, hoy el hombre se preocupa mas por su bienestar material, por las delicias de la paz, pero no de dan cuenta que la amenaza continua, quieren olvidar por completo, hacer tabla rasa de lo que pasa. Se han vuelto perezosos.

La existencia humana se encuentra ofuscada, confusa, parece desesperada y apagada, se ha rebajado por cobardía, a seguir los fines de la animalidad, y encuentra alegría tan solo en la afirmación fenoménica del hombre animal, y en la propagación de la especie, o bien jugando con la razón, en el pálido intelectualismo de la cultura contemporánea; pero la confusión puede transformarse en claridad, ya que los términos del problema de la vida son ya bien conocidos y la conflagración esta cercana.

Cuando hablamos de grandeza debemos hablar de ella como una potencia, pero no consumida en lucha, no obligada, no empeñada por otras cosas, perturbadoras por el contacto, esfuerzo, tensión y participación. Es una grandeza sola, sin dualidad que contempla la vida, la refleja en su totalidad, no es un único nudo de lucha.

“allí donde nada se ve, nada se oye, nada se conoce, allí esta la grandeza; por el contrario allí donde se ve algo mas, se oye algo mas, se conoce algo mas, allí se halla la finitud”[2]

Hoy parece que la grandeza se mide y se define a través de la riqueza en vacas y caballos, en el oro, en lo material, se encuentra la grandeza, pero esta no es la grandeza, la grandeza se basa en algo radicalmente diverso de si mismo, la grandeza debe reconducir al sujeto al interior de este, el termino debe ser aplicado al yo, a este yo que es todo lo que existe. Por lo tanto la verdadera grandeza es un misterio.

Debemos de estar concientes que el hombre moderno se halla dividido, fragmentado, en una cultura, como la nuestra donde se pone más ímpetu al leer que al vivir, muchas cosas dependen del modo en que se lee. Se puede leer en busca de estímulos, de ocasiones aprovechables, pellizcando las cosas leídas, sobre volando sobre ellas como lo hacen los literatos y los críticos.

El que sabe leer pasa mas allá de la palabra, profundiza, socava las raíces, los filósofos hacen esto, ya que de las palabras escritas extraen el néctar, contraponiéndose a los literatos y a los filólogos.

Debemos estar en la misma línea que los filósofos y no pensar palabras sino cosas, pero no solo en cosas, antes de pensar en ellas debemos adivinar los fundamentos de las ilusiones que nos aparecen como cosas.

Conclusión:

El hombre moderno, ha perdido la espontaneidad, sus instrumentos, la palabra, la acción, los pensamientos han perdido la vivacidad que antes se tenia, hoy se ven sustituidos por la escritura, por un actuar replegado sobre si mismo, que no explota, que se cultiva como un sucedáneo. Y, de una forma paralela se afirma y extiende la receptividad: el hombre espera que lo externo vaya a el, lo sacuda, lo haga vibrar; espera milagros.

El filósofo moderno se asemeja a un jugador de ajedrez que juega una partida en solitario, moviendo las fichas del adversario de manera que favorezca la prosecución del propio juego

Frente al valor de lo humano se ha planteado el engrandecimiento de lo infrahumano: la ciencia y la técnica que ya no son vistas como un medio sino como un fin en sí mismas.

La filosofía contemporánea contempla y propone la muerte del sujeto, de forma tal que estamos en una época de deshumanización (la máquina contra el hombre) en el que los ideales humanistas han desaparecido o al menos han quedado disminuidos.

Bibliografía:

G. Colli. El libro de nuestra crisis, Paidos, 1991




[1] G. Colli. El libro de nuestra crisis, Paidos, pp 30.

[2] Ibidem pp 36.

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