martes, 1 de septiembre de 2009
El ocaso de mi existencia
Poema Decadente
Y el cuarto ángel toco la trompeta
Y una ola de oscuridad cubrió tu corazón
Tu Dios llora sin poder decir nada
El arcángel ha muerto
Y los serafines cantan sin cesar:
Aleluya Aleluya se acerca el día final
He visto mi rostro
Me he visto sonreír
Tus demonios me desprecian y
Tus espíritus me temen
El veneno me aborrece
Tu alegría se entristece
Una lagrima de odio
Una sonrisa de ansiedad
Un instante, un especio
Un mundo oscuro en mi mirar
Angeles y Serafines
Guerreros y peones
Llegan esta noche
Después de un largo peregrinar
Han vencido los obstáculos
Que Pandora dejo detrás
La luna bañada en sangre
Es el resultado
De aquella batalla en la oscuridad
Hoy se escucho la trompeta
Se acerca el día final
La caja negra ha hablado
Nada lo puede evitar
El Sol perdió su brillo
Llego el reino de la oscuridad
Y los arcángeles han dejado este lugar
Y los serafines cantan sin cesar:
Aleluya, aleluya ya viene el día final
El cielo se torna rojo
Y los astros comienzan a bailar
La música que escuchan
Son los últimos suspiros
De aquella trompeta
Que tocaste en altamar
Las olas han parado
Las sirenas han dejado de cantar
Pues cometieron el pecado
De intentar caminar
Ha llegado la noche
Pero aun no existe final
De las cenizas del día
Ha salido mi maldad
Ya no escucho la trompeta
Solo veo pasar
A los ángeles y serafines
Que me invitan a cantar
Un guerrero negro
Ha vuelto a despertar
La noche lo acompaña
Y lo llama sin parar
Sus lágrimas de odio
Corren sin parar
Tiñen el agua de rojo
Y los serafines cantan sin cesar:
Aleluya, aleluya comienza el día final.
Decadente Grito
Se me escapa de las manos
Impotente, inútil, incapaz-de-articular-palabras-coherentes, cobarde, insensible, inútil. Estas palabras me definen a la perfección. ¿Qué me ha pasado? Ha llegado un momento que temía y que, en toda relación humana, es inevitable, porque una vida sin momentos difíciles no es una vida. Y simplemente estoy bloqueado. Hace no mucho no hubiera podido quedarme callado, hubiera soltado todo lo que tengo dentro, me hubiera desvivido por conseguir una sonrisa. Y probablemente lo hubiera conseguido. ¿Por qué no puedo hablar? ¿Por qué tengo tanto miedo? ¿Qué importa si me responden otro "si, seguro", otro "no me importa nada" y demás? He soportado cosas peores, puedo hacerlo. No puedo esconderme más. Me esconda o no, voy a sufrir igualmente, porque una vida sin sufrimiento tampoco es una vida. Y, escondiéndome, escudándome en mi pasado dolor, lo único que voy a conseguir es perderle.
Y sabe Dios o quien quiera que vigile a la triste raza humana en su triste existencia que lo último que yo quiero es perderme, que lo primero que yo quiero es verme reir como a veces me vi, iluminando mi rostro con mi sonrisa. Pero al hablar, sólo escucho silencio. Decadencia 2009.