La Agonía de Europa. “Historia de una esperanza en busca de su argumento”
Al ponerse el ocaso de mi existencia
Y al final de este largo viaje
Me preparo parta enfrentarme a lo desconocido
Muchos han venido antes que yo
Muchos vendrán después
Nada importa ya
Porque la muerte es solo un paso
Un paso hacia el otro extremo
Pues los hombres no somos metas
Sino caminos.
(Anónimo)
1. La Agonía de Europa
La crítica de Maria Zambrano se enfoca en la perdida de la forma, rostro y figura de Europa.
Nunca antes Europa y sus hombres se habían aferrado a los hechos, ni se habían rendido ante la evidencia de los hechos terribles, ni a lo inmediato, nunca habían sido servidores de los hechos, al contrario, eran hombres idealistas. Lo peor es que se dieron cuenta y por una apatía desesperante y cegadora, han tardado mucho en salir de ese estado de rendición, de servidumbre, permanecieron y en muchos sentidos han permanecido quietos y se han acostumbrado a su estado.
La agonía de Europa o dicho de otra forma su decadencia es una constante en el pensar y sentir de mucha gente, así lo expresan e incluso llegan a ocultarlo de forma irónica, por lo que se llega ha aludir a un secreto ya por todos conocido que resulta misericordioso tratar de encubrir, haciendo que esto ultimo se vuelva una divulgación humillante.
Cuando nos referimos a la decadencia o agonía de Europa surge un resentimiento, el cual, ante la caída de algo se mantiene por mucho tiempo, el rencor producto de este resentimiento se desata, aparece por lo tanto y al hacerlo busca satisfacer la necesidad de todas las impotencias. Así mismo se llega a un momento en que los recién llegados hacen su presentación, siendo estos los que buscan el éxito como único arbitro de las cosas humanas.
Europa dejo de preocuparse por encontrar la verdad, dejo de buscarla, la inmediatez la ha absorbido, esta, ha destruido el espíritu idealista que busca más allá de lo inmediato y momentáneo, algo estable y trascendente. La pasividad hace que los hombres enfoquen sus energías equivocadamente, en lugar de usarlas para la resistencia a los efectos terribles de la realidad inmediata, las usan para combatir irracionalmente al que no acepta su realidad, su verdad.
El resentimiento por lo tanto es un elemento que incumbe la primera parte de la acción destructora que solo después las armas consolidan. Europa fue una realidad victoriosa y resplandeciente, pero esto ha propiciado que surjan enemigos producidos por esto ultimo, los enemigos son por lo tanto el producto fehaciente de ese rencor engendrado, un rencor que se junta y extiende con tremendo ímpetu negativo, llegando al extremo de privar a los ojos de la hermosura de las apariencias, para inmediatamente quitarle al corazón todo lo que este puede amar.
Generar un análisis de esto es bastante largo, pero es al mismo tiempo la primera de las purificaciones que debe realizar el hombre para encontrar la salida de su laberinto, al mismo tiempo que es purificación es paso, paso hacia la necesaria liberación. “Por lo que el rencor es su esencial apostasía; el que se revuelva siempre, ciego, contra aquello que podría salvarle”[1].
El Resentimiento destruye lo único que podría asirse e incluso se alza en contra de sus principios, que no por odiados dejan de serlo; de ser lo que podrían sostener al desesperado espíritu. Así mismo y siguiendo en este tenor, el resentimiento no tiene una fijeza concreta, una fijeza de lealtad para si, de lealtad para todos, por lo que el resentimiento llega a confundirse con el adorador del éxito. Se confunde con el adorador del éxito porque éste no sabe a quien sirve, incluso éste llega a ser esclavo de un señor que esta en cambio constante, llegan al extremo en que no le interesa ni desea saber siquiera que ya no sirve a quien servia. Incapaz también de lealtad, éste adora el éxito sin siquiera saber quien es el que tiene éxito.
Europa tuvo rostro, forma y figura, pero la cuestión particular que surge es: ¿Por qué esta desbandada de leales, por qué este triunfo del sordo rencor? La respuesta es sencilla y Zambrano nos dice que: “Parece fatal que todo lo que triunfa humanamente engendre su sombra”[2] Por esa razón no se ha cumplido el anhelo de una victoria sin vencido, de una victoria que consistía íntegramente en convencer, dejando al vencido condenado a no desarrollarse, logrando de esta manera que surja el resentimiento.
Ante esto Europa ha dejado de tener rostro, se vuelve amorfa, Europa hoy es una Europa falseada y su firmeza anterior ha caído a grado tal que ha cedido el paso a un reblandeciendo. No cabe duda que Europa se ha ido corroyendo perdiendo su forma, de esta manera se nos presenta otra de las actitudes frente a la presente decadencia de Europa. Llegando así al punto en que Europa se ve envuelta en la servidumbre a los hechos, a los hechos automatizados.
El hombre Europeo como tal nunca se distinguió en su mejores días por permanecer aferrado a los hechos, puramente a lo dado e inmediato. El europeo desde Grecia se embarco hacia un idealismo y ahora el hombre medio se rinde ante la evidencia de los hechos. El europeo vive esclavo ante lo que le rodea y le pasa, el Hombre Europeo ha perdido su ánimo para desarrollar un mínimo de violencia para despegarse.
La genialidad de Europa parecía consistir en su capacidad para el desasimiento de la Realidad, el europeo tiene hoy tan poca capacidad que toma por real la primera apariencia que sale al paso y anda sin entereza, sin verdad.
El hombre Europeo ha perdido el poder de abstracción, ese afán heroico que le permitía desdeñar lo primero que ante si encontraba para ir en busca de algo más estable, firme permanente y claro a que servir. Ha perdido la raíz de sui histórico idealismo. “lo que hoy primero se hecha de ver ya no es el idealismo extremado, sino la ciega servidumbre a la realidad mas aparente e inmediata, el encadenamiento atroz a lo hechos”[3].
Maria Zambrano dice que la falta de entendimiento de la realidad y la falta de ganas de buscar la verdad son producto en primera instancia del “naturalismo”. Del naturalismo se desprende la naturalidad, “ese hecho incomodo y desesperante de la naturalidad”, normalidad, costumbre, se pierde la sorpresa, la facultad de maravillarse, el interés por lo nuevo o lo desconocido, la búsqueda de la verdad. El naturalismo se ve como la línea de menor resistencia para la mente, el naturalismo es una línea de menor esfuerzo y engendradora de fatuidad, generado también de una peligrosa vanidad intelectual, la cual se atiene al resultado y se muestra ignorante del anterior esfuerzo, la naturaleza no es transparente, sino que la razón Griega primero, y la del Renacimiento después, la han domeñado, y se nos ha llegado a figurar que es algo dócil, obediente y que apenas admite sorpresas.
La falsa creencia de haber domeñado a la naturaleza, vista esta como un monstruo, el hombre europeo se lleno de de fatuidad, de confianza en el mundo, llego incluso al extremo de la vanidad que no dejo que entrara en su animo un nuevo terror, un nuevo enigma, el enigma y monstruo en que se fue convirtiendo el monstruo de lo social, “todo conocimiento es lucha con algo extraño: ha habido en el un momento de peligro y urgencia. Los secretos de la naturaleza hace tiempo que pasaron ese estadio”[4].
Si bien el hombre había vencido al monstruo de la naturaleza, o eso creía, y lo había dejado paralizado, dando pauta a una tranquilidad necesaria para el progresivo afinamiento de la ciencia. El monstruo de lo social, esta dotado de vida y de este nada se sabe, este monstruo no esperaba, al contrario, buscaba hacerse presente, a esta situación contribuía el surgimiento del Liberalismo con un contenido, figura y forma, en esencia noble, pero en muchos aspectos desconocido, con formas dudosas, que hicieron del hombre un ser de confianza extrema en si mismo, un hombre soberbio. De contextura tan diferente, de inspiración tan diversa, vino a ser su cómplice, pues entre los dos acentuaron la confianza fatal, llevándola por diferentes lugares, el naturalismo buscaba ir hacia la naturaleza y el liberalismo se fue hacia la naturaleza humana.
El liberalismo tuvo la desdicha de aceptar las peores compañías, las más dudosas alianzas. El principio cristiano del liberalismo, la exaltación de la persona humana al mas alto rango entre todo lo valioso del mundo quedo oculto bajo la hinchazón, bajo la soberbia. Quienes se situaron frente al liberalismo no supieron someter aun análisis claro, la causa de su repulsión que ante el experimentaban. No se pararon a pensar. Su ciego oído, su obstinada oposición, cerró el camino. El liberalismo, ante los ataques, se cegó también y comenzó a perder la conciencia de su origen, comenzó a descuidar la definición y la claridad de su esencia.
La combinación del naturalismo y el liberalismo exaltaron la creencia ignorante del dominio del hombre sobre la naturaleza y sus fenómenos le dieron una tranquilidad excesiva para seguir desarrollando sus formas de organización y de conocimiento. Esto hace que el hombre este falto de razón y de entendimiento, y en su pasividad necia se hunda en su presunción y vanidad ridícula.
La decadencia de Europa viene del no entendimiento de que la combinación del terror y la confianza hacen prisioneros a los hombres. Confianza del hombre de su dominio sobre la naturaleza y terror incurable que no mitiga la violencia. Así, Europa pasó de la ingenuidad optimista al terror que después de dos guerras se apodero de la estructura vital de los hombres. Europa quedo incapaz de combatir sus vicios y se dejo llevar por el dulce pero inútil recuerdo de la época pasada, en que la fe en la razón y el insistente pensamiento y búsqueda de la verdad eran constantes para lograr algo más estable y trascendente.
El pensamiento Europeo se enredaba en sus propias victorias, fracasaba a base de su riqueza y de la altura misma que había llegado, el pensamiento europeo no tuvo conciencia rigurosa de sus bienes. En Europa se revestían caracteres de traición el entregarse a las dos actitudes que supo evitar en sus horas de creación cuando su entendimiento se encontraba activo: el terror y la confianza.
El hombre europeo poco a poco se fue paralizando en una acción conjunta, ya que la confianza y el terror se llaman y se apoyan mutuamente. Gracias a la excesiva confianza por la victoria sobre la naturaleza y la fatalidad del ser humano por su natural bondad, el terror se hizo presente, este fue un terror sin paliativos. Y cuando comenzó el desastre, la falta de entereza se hizo presente, mostrando todo el terrible vació. La conciencia europea por tanto paso sin transito de la ingenuidad mas optimista al terror. “Terror que, después de la guerra del catorce, se ha ido apoderando de todos los resortes vitales.
Maria Zambrano se pregunta ¿Qué ha sido de Europa después de la extrema confianza y el terror que parecieron haber matado a Europa? ¿Cuál fue la traición que ayudo a hacerla morir? Así, cuando algo preciado muere, la evocación es la vía para el consuelo, este acto de recuerdo nos hace presente la realidad de lo que fue. En la muerte de algo aparece su esencia y es más fácil percibir las relaciones que en esencia teníamos con lo ya perdido.
El pensamiento Europeo se iba enredando así en sus propias victorias, pero parece imposible que no exista un daño en la raíz de éste y de sus principios. Es imposible pensar que sin traición a ellos se haya de entregar el entendimiento europeo a las dos actitudes que evito con mayor cuidado.
Sin duda lo peor del terror es su forma de penetración anticipada y única que tiene, de esta manera el terror inyecta cual serpiente su veneno en nuestro organismo. El terror, es el miedo que sucede a la excesiva confianza que paraliza lo mejor del hombre: el encontrar tras de si la inmediatez pavorosa de los hechos, y las sinrazones permite desenmascarar a los monstruos que nos acometen, siendo esta la manera de hacer el mundo noble y habitable.
Entonces hasta aquí queda claro que el resentimiento, la confianza y el terror se alían, uno ataca y el otro no permite la defensa y aun se truecan aliados de la destrucción, facilitando el camino con su indolencia. Debemos tener claro que la traición comenzó hace tiempo. Europa ante esto iba ocultando su rostro de tras de la niebla, sus ejes detrás de una espesura. Entonces partimos del supuesto que escondían sus principios y sus apariencias detrás de un muro donde nos sentíamos hundir poco a poco al irla a buscar.
Ante tal forma de ocultar, se podía apreciar que cada cosa no era la misma y la vida parecía haberse convertido en su inmensa traición, al hablar de traición en estos términos hacemos referencia a que cuando decae algo que alcanzo plenitud, se puede vislumbrar una oculta traición y una debilidad de resultado semejante. En el terreno de la vida histórica, la enemistades mas efectivas, mas tercas, no irrumpen por fuera, estas se instalan en lo hondo corrompiendo así el principio mismo actuante.
Si todo se torna en su contrario, si esta incompleto vacila aun queda la guía del amor. La fidelidad de una realidad que talvez, nunca se ha gozado que quizá no tuvimos de todo, los frutos de ceniza mordidos por la nada han sido testimonio de algo y en su propio derrumbe ponían al descubierto la verdad, verdad cada vez menos objetiva, una verdad sobre la criatura humana desesperada, sin amparo y sin resignación. Estas no son construcciones sino confesiones que revelan el afán de liberación, de una irrenunciable ansia de encontrar lo perdido.
Creo que la pregunta fundamental de esta primera parte es: ¿Qué ha sido Europa? Para saber y comprender que ha sido Europa es necesario evocar sus tiempos de gracia y de plenitud rememorando lo que nos dicen que ha muerto. Ningún remedio mejor para entretener el roedor desconsuelo, es necesario también sumergirse en el curso de la viuda que acaba de pasar, adivinar su estructura interna, es en el momento en que cuando retiran el frió cadáver de nuestro lado, el don precioso de evocación mas que la razón, es el encargado de traernos el consuelo.
La evocación nos trae la estela de la realidad casi tan real como ella, mientras la razón no mas que la comprobación de su termino. La nostalgia, al ser total, vacila, camina hacia el punto de enfoque y cuando vemos a Europa sentimos lo grande de su existencia. Tan pronto nos acomete algo nimio, insignificante como todas las diversidades de su rica vida se nos funden en una unidad que las abarca a todas, nos convertimos en prisioneros, aun tiempo, de lo pequeño y de la unidad que hizo posible esa rica diversidad, tan amplia y tolerante que lleva consigo la contradicción.
Zambrano dice que los Europeos se traicionaron a si mismos, y que necesitan encontrar, saber y entender las relaciones genéricas que los unen a Europa, para no volverla a traicionar nunca más.
A esta ambición de unión de los europeos, resalta inmediatamente la forma, la densidad y multiplicidad. Europa no es un fantasma para la simple evocación, es un fantasma para el recuerdo, pero también para el entendimiento, descubrimiento y combate de su realidad, está en lucha para revivir, quiere tener presencia y figura, quiere ser entendida y descubierta en sus principios y esencias que la han hecho posible.
La unidad a la que nos referimos nos atemoriza, no puede ser ya la unidad de vida, ya que mientras exista vida hay dispersión, contradicción, nada vivo alcanza la unidad sino en la muerte. Esta unidad en que Europa se aparece a nuestra nostalgia tira la sospecha de que haya de verdad muerto.
Los que han vivido sobre Europa no se sienten abrazados por esa unidad pues se encuentran luchando y comprometidos en su individualidad y particularidad y en afanes superficiales, la seguridad de asentar los pies en tan firme terreno nos permitirá todo genero de disputas y evasiones, parece que Europa se ha quedado sin asidero se nos aparece la concordancia unimos las disparidades sin darnos cuenta y regresamos de todas las evocaciones dando paso a la lucidez.
Lucidez que parece desvelo que se presume en la casa agrandada por la muerte de un prójimo, lucidez que se mezcla con la imposibilidad de abandonarse al consuelo del sueño en la frialdad que deja su hueco y ahora lo que sucede es lo que recordamos los rasgos característicos, peculiares de lo que se ha ido. Bueno pues esto es lo que se siente ante la desaparición de Europa, de lo europeo. Es nuestro sentimiento y este sentir que nos embriaga, tal vez en razón misma de su profundidad, no hemos llegado todavía a una idea clara... no sabemos en que consiste eso que nos emparenta con lo europeo, eso que nos hace sentir a Europa como una gran unidad en la que estamos incluidos íntegramente.
Lo que vemos de Europa es la capacidad de estilos, su especialidad en que sean mas extremados mas efímeros. Y el cambio, la velocidad en su nacimiento y muerte, la brevedad de su vida acusa una agilidad que no puede decretarse, sin mas, frívola.
Maria Zambrano dice que Europa no puede morir del todo, mientras halla quien quiera revivirla, mientras halla personas dispuestas a luchar contra la idea única y contra el despotismo y la soberbia de los demás y la propia.
Europa no puede reducirse a un fantasma dócil, debe ser entendido descubierto vuelto a la vida. Europa tiene hambre de integrase con claridad de ser entendida de ser descubierta como verdad, busca que se entienda y se explique lo que seguimos sintiendo vivo aunque nos digan que esta muerto o en transe de morir, la agonía de Europa es eso, una explicación sobre el porque. Europa actúa aún y tiene vigencia (en algunas conciencias menos) la agonía de Europa busca encontrar la escénica de aquello que llamamos Europa, “Europa no ha muerto, Europa no puede morir del todo; agoniza. Porque Europa es tal vez lo único que no puede morir del todo; lo único que puede es resucitar”[5]
2. La Violencia Europea
Maria Zambrano dice que actualmente, cuando un europeo habla de Europa, lo hace con el recuerdo, que es un espacio de confesión de sí mismo que lo libera de sus penas, lo hace con dolor y con vergüenza, con quejas y lagrimas, después con la palabra, símbolo del orden y la claridad. Cuando un europeo habla sobre Europa muy poco o casi nada puede hablar, cuando alguien habla de Europa es el resultado de una especie de de confesión hasta un llanto, es una confesión, es un estallido del corazón y por lo tanto se avergüenzan un poco. Pero que estalle el propio corazón, cuando parece estallar el corazón del mundo, no resulta excesivo. Hoy Europa es el lugar donde hoy estalla ese corazón del mundo, por lo que se puede confundir con el, es por eso que podríamos creer que en ella están esas entrañas doloridas y sangrientas que de vez en cuando dejan ver sus profundidades.
El estallido del corazón europeo esta bañado en una terrible violencia, violencia acogida, enraizada y creada por los mismos europeos, pero, ¿de donde procedía la violencia?. Por lo tanto la confesión brota de un corazón desgarrado y oscuro y va en busca de un corazón transparente, como lo dice san Agustín, tal vez ese corazón del mundo que estalla se encuentra alejado de la confesión, es decir que estalla a fuerza de oscuridad y desconcierto para hacerse después transparente. Por lo tanto todo europeo tendría que contribuir a esta transparencia hacia una confesión a su modo, de la cual se buscan las culpas de uno, con el objetivo de rescatar ese corazón tan turbio desde hace tiempo tan perdido, por lo tanto es un corazón que debe estallar.
Cuando el corazón europeo estalla lo que se percibe es la violencia, una violencia que no ha podido formarse sino viene de lejos y tal vez desde su raíz, pues ¿de donde podría llegar si no se la llamara o no se le diera abrigo?
“ Ya a mediados del siglo pasado la obsesión de la violencia había acometido a los mejores como una pesadilla”[6], es en este momento donde los espíritus mas sensibles que señalaron el mal con anticipación necesaria para su remedio, soportaron el reproche y el insulto de los responsables del daño de aquellos señalados por el destino y por su vocación para impedirlo o para ser sus mártires, acusando a los que han llevado la violencia a su limite.
La pregunta ahora es de donde procede la violencia Europea y respondemos que la violencia paradójicamente, el horror a la violencia desata una lucha y la acrecienta. Es en el siglo XIX cuando se encuentra en todos los intentos e ideales revolucionarios una lucha contra la violencia que antes no se había intentado.
La violencia física que no es la más decisiva, pues lo que mas importa de la violencia es su justificación, su cimiento, la violencia europea en el siglo XIX no necesita justificarse ya que esta estaba dada de antemano. Europa fue construida y constituida a base de la violencia una violencia de raíz, de principio. La violencia estaba en todos los aspectos de su vida
Pero donde estriba el origen de la violencia, para responderá esta pregunta es necesario preguntarse por los orígenes de Europa, por su nacimiento. El origen de la violencia no esta en los hechos que siempre son consecuencia y aun caricatura de lo que se quiere, así mismo no se encuentra en el pensamiento a pesar de su transparencia, porque el pensamiento brota de algo y para algo; ni siquiera puede hallarse en la poesía, tan reveladora de los secretos humanos.
La violencia en Europa se justifica en sí misma y de antemano, es una violencia generalizada y desde el principio enraizada en la estructura social y en la estructura del hombre. Europa nace de la violencia, de la adoración e idolatría al Dios creador, que hizo al hombre a su imagen y semejanza, capaz de crear también. Dios se reinventa, y el hombre para poder entenderse y revivir, también lo tiene que hacer, así, Dios se refleja en el, y así, se forma de nuevo Europa.
Europa siempre revelo sus secretos, revelo lo que sentía, lo que creía y esperaba. Así se ha revelado el origen de su violencia que estriba en su adoración, que aun cuando es ofrecida a lo más verdadero puede comportarse, ser a imagen y semejanza de la idolatría.
El dios Europeo
Europa como sabemos no hereda los dioses de Grecia, hereda un dios semita, este Dios es de todos los dioses, el Dios creador por excelencia. El que ha sacado al mundo de la nada. Este Dios es el Dios de de Europa, es el Dios de un pueble elegido por el para salvar a todo el universo. Este Dios Creador perdió al hombre y al mundo. Pues el hombre se rebelo y al hacerlo se desposeyó de Dios y al mismo tiempo al mundo que creara para su gloria.
Dios creador pudo haberlo aniquilado, haber devuelto a la nada a esta impar criatura que se le revolvió, podía haber borrado el mundo, pero Dios no lo hizo, por el contrario el único remedio que podía arreglar esta situación, le envió a un Dios como el, aquel que adquirió figura humana, carne mortal para morir y para ser devorado por los hombres; un Dios que hace se hace alimento de la insatisfacción humana, Dios por lo tanto se ofrece para aplacar esta hambre divina. Por lo que Dios sigue siendo Dios de la creación al mismo tiempo de la misericordia.
Europa se lanzo con furia a la adoración de dicho Dios, el hombre europeo se justifico en realidad por la creación, la cual no estaba establecida como virtud. Interrumpidamente, desde san Agustín hasta nuestros días, a través de las crisis del Renacimiento y del Romanticismo, a través de las Revoluciones logradas o frustradas, el hombre europeo se ha glorificado por la creación.
Es la tradición, la gran tradición que a todos reúne y que, a través de todos los cambios, subsiste. Lo que hasta ahora ha sido puesto a salvo y rescatado, la antorcha, que arrebatada de unas manos a otras enemigas, no se ha dejado caer.
Cuando se adora al Dios de la creación y de la misericordia, se subraya lo primero. De las dos actividades de la Divinidad, la primera parecería atraer más que la segunda. Mirando esta religión nueva desde el antiguo anhelo de las religiones orientales, desde la huida del mundo, que testimonian ese afán del hombre de salir de si, de ser absorbido y reintegrado a su origen, parecía natural que el culto preferido hubiera sido eucaristía, este Dios que se ofrece en pasto a los hombres, que fuese verdaderamente adorado y el inspirador de la nueva vidas.
Debemos tener claro que la creación fue lo que el hombre europeo destacara cada vez más frenéticamente. La actividad creadora que hizo al hombre a su imagen y semejanza, creador también. Es lo que de toda religión saca en limpio verdaderamente el hombre europeo desde san Agustín hasta hoy, lo cual parece aceptar la modesta mascara de un Dios del trabajo. Lugar de encuentro y coincidencia de todos los credos actuales europeos, y la medida más cabal de la ortodoxia y heterodoxia de todos ellos.
Debajo del culto a la creación esta la idea que el hombre se ha hecho acerca de si mismo como criatura puede crear y, bajo la idea, su soledad lanzada hacia la creación; la creación de su mundo desde la soledad en que cayo a la salida del Paraíso.
Para reafirmar lo anterior hace falta ver que San Agustín nos presenta este Dios en sus Confesiones, el cual estaba ahí, ciertamente, pero eso en el medio de la cultura fascinante de la antigüedad, elige y elimina, clarifica y absorbe. Sus confesiones son por tanto el itinerario que hace un hijo de la antigua cultura hacia la nueva, el encuentro del nuevo Dios y del nuevo hombre.
La mediación de la filosofía
San Agustín clarifica al mundo antiguo como arreglo a una nueva medida y nos presenta el diseño de la nueva fe, la figura de la nueva vigencia, es también filósofo, el esfuerzo mayor de la filosofía radica en el afán de neutralizar los efectos de los dioses. Por tal motivo las mujeres no se han dedicado a la filosofía, pues la mujer ha sido siempre la esclava de Dios y de los dioses y jamás se hubiera atrevido a tomar el partido del hombre.
San Agustín por su parte si toma partido por el hombre mediante la filosofía. San Agustín, en medio de su adoración sin límites, de su infinito amor como un motivo más adentro de él.
Para María Zambrano, la filosofía ha tenido el arduo trabajo de neutralizar los efectos de los dioses, de neutralizar la característica de la religión europea, de la unión con Dios para permanecer “en sí”, la filosofía hace que el hombre quiera ser “sí mismo”. El hombre se encuentra en un mundo real y en orden, ha eliminado el peso de ser esclavo de los dioses y ahora tiene un Dios esclavo, un Dios que se sacrifica a sí mismo para aliviar la violencia, un Dios con figura de hombre, que hace del hombre un habitante del mundo “en sí”. La filosofía hace un equilibrio entre la violencia y la soledad, reafirma al hombre, lo hace encontrarse y seguir buscando el equilibrio de la conducta humana.
El hombre europeo no estaba dispuesto a ser sirviente de los Dioses, no estaba dispuesto a entregarse a ellos, ni siquiera al Dios que lo creó, el hombre, entonces, quiso hacer de la historia algo de su creación, esta es la trasgresión, la violencia contra los dioses, algo que el hombre de “oriente” jamás se hubiera atrevido a hacer.
En parte por la mediación de la filosofía griega que consiguió con su violencia característica establecer el mundo, el ser de las cosas, pero no lo hizo con el ser del hombre. La filosofía griega niega a la historia humana como utopía y raíz, esto es por su carácter estoico de resignación, de fortaleza ente la desgracia. El estoicismo se desarrollo en la vida europea como forma de retraimiento ante la violencia de la historia, hace que el hombre se entregue resignada a los dioses, “si la vida humana no es propia, persistentemente humana, no puede haber historia”.
Pero la religión del Dios creador acepto el inicio de la historia, con su rebeldía y violencia, acepto las quejas de los hombres, su no resignación a ser perecederos. Cuando Europa creció y tomó conciencia de su papel, aprendió a quejarse y a tener esperanza en lo imposible, a no resignarse ante la iniquidad, ni ante nada, ni a la vida, ni a la muerte, ni a la inmortalidad. El cristianismo acepto esto, y los hombres decidieron entonces, que su perdición o salvación está en el mundo que habitan.
El hombre se sabe desesperado, humillado y solo, si el hombre es frágil, si el hombre es nada, tiene que hacerse cargo de crear su mundo a partir de su nada, como Dios lo hizo en los inicios, cuando estaba solo. Decir que la historia es hija de la violencia es hablar de su conciencia de la miseria humana, pero miseria con sentido, miseria, pero irreducible a la naturaleza, la divinidad, al tiempo, a nada.
La ultima etapa de la filosofía es la conquista progresiva de la nada de donde viene el hombre, de su revelación, de donde puede crear como Dios, ésta, es una violencia del pensamiento y del existir, así, el hombre se compromete a aceptar esa realidad y seguir buscando la verdad.
No cabe duda que a pesar de todo el interés de san Agustín por la constitución de la naturaleza, lo que de veras le importa es el ser del hombre. Todas las regiones orientales, han procurado la huida de si, la absorción del alma humana, tal como si esto llegase a ser una herejía y al reintegrar lo propio del hombre a su origen, se busca borrar el nacimiento; todas pretender deshacer. Y ahora, en presencia del nuevo Dios, un corazón abrazado en su amor proclama que desea permanecer en si mismo, ser si mismo, como un filosofo sin mas.
La filosofía no venció a san Agustín. Si es posible introducir el espíritu de la filosofía, y algunos de sus anhelos dentro del cristianismo han de ser, sin duda, porque el cristianismo así lo requiere. San Agustín también hace intervenir a las ideas platónicas en el acto creador, así mismo el producto de la creación divina va ser designado con los tranquilizadores términos del pensamiento griego los cuales pueden resumirse y popularizados por el estoicismo. La noción de naturaleza designara al mundo nacido de las divinas manos.
Gracias a este mediación la violencia divina se ira neutralizando poco a poco con el objetivo de llegar al pensamiento masa tranquilizador que haya habido dentro de la religión del Dios del SINAB de santo Tomas. Máximamente va asegurar ese espacio libre para el “ser del mundo” y la relativa libertad del hombre, su albedrío, y en medio de un mudo que es.
El hombre tiene ante si un mundo real y puesto en orden y ha pasado de ser esclavo de los dioses a Tener un Dios esclavo, el cual pide ser devorado, para que el hombre pudiera permanecer en el mundo y en si.
La violencia de la Historia
Cuando se trata de salvar las apariencias, encontrar el ser de este lugar de destierro y pecado, la violencia se apoyaba en alguna otra condición del hombre europeo, quien no estaba dispuesto a dejarse devorar por la zarza ardiendo; es el único hombre que si bien vive en una religión no se arroja por ella a los dioses, es mas ni al Dios creador, aquel que creo el pasto. Por el contrario, ha querido ante todo fundar su historia su propia creación.
Esta es la mayor violencia que se pudo imaginar. El hombre de oriente jamás concedió dicha independencia histórica del hombre que hubiese parecido la mayor trasgresión y falta de respeto a los dioses. “El hombre se resigna a ser como si no fuera, a nacer como si no hubiese nacido, se precipita hacia su desnacimiento y puede, aunque la tenga, negar su historia”[7].
La filosofía griega no deja no deja tampoco lugar para la historia humana, pues es una forma de resignación, llega en su mayor violencia, hasta establecer el mundo, el ser de las cosas, pero en cuanto al ser hombre vacila. Y el campo de la salvación no se encuentra en la afirmación para lo humano, mucho menos en el conocimiento.
El fondo de la resignación de la filosofía griega se encuentra en el estoicismo, siendo su recapitulación más afortunada. La resignación del estoico impedirá el nacimiento de la historia, por lo que mientras la actitud estoica perdure en la vida europea esta siempre será de retraimiento ante la violencia de historia y a pesar de que el estoico razone, criticando lo desmesurado de ciertos acontecimientos, la verdadera razón esta debajo de todo esto, es decir, la resignación estoica se encuentra debajo de todo esto y esta entrega al hombre a la naturaleza y aun a los mismos dioses, como se entrega un préstamo al deudor.
La historia es la hija de la mayor violencia, una violencia definitiva la cual el hombre puede haber cometido, es la glorificación y afirmación de la miseria humana sin reducirla a nada, tal y como se presenta. El hombre es ceniza y polvo, pero estas tienen sentido.
La muerte que nos convierte en ceniza no apaga el fuego del cuidado, de la cuita de la preocupación. Es la violencia la que el hombre que no se conforma con su vida a causa de su insaciable amor y de que esta seguida por la muerte, la cual no se conforma con la inmortalidad.
La violencia europea en la historia es por lo tanto una íntima esencia religiosa en la que el hombre se muestra irreductible a la naturaleza, a la divinidad, entonces la historia humana lo es de la desesperación humana, es historia de cuitas, del perenne desastre. Desesperación por ser pasajero, por humillación frente a Dios por hacerse un mundo desde su nada.
La violencia del existir
En la actualidad la consideración de la existencia humana se ha revelado en la filosofía, desde el principio de la religión, desde que un hombre se levanto frente a Dios y le cuestiono, la consideración de la existencia quiso venir a razones con la misma divinidad.
Posteriormente surgió el frenesí por ser imagen y semejanza con Dios y por ello usaron todas sus razones, hasta que la razón misma se consumió y se hizo de nuevo, y esta vez por creación del hombre, la nada.
Estamos pues en un conflicto en el cual Europa llega por medio de su violencia religiosa y filosófica y no podrá resolverlo por si misma. Antes de que brote una nueva filosofía, en esta tradición europea, tendrá que verificarse una conversión del hombre, tendrá que haber una aceptación de la realidad en forma reveladora.
La religión Europea
Europa eligió a su Dios y esto hizo que la religión cristiana haya sido la triunfadora, por lo que a alguna otra doctrina que haya actuado como religión no ha podido llamársele así ni ello ha sido por nadie manifestado. Las antiguas religiones orientales han persistido y aflorado en muchas ocasiones: quietismo iluminismo.
El europeo estoico no contribuye a la creación, pero evita que esta se destruya, los retoños religiosos orientales fueron perseguidos estos eran heterodoxos y destructores con su negación de la creación, con su amor, su inmenso amor que lleva a negarse, a absorberse y aniquilarse este es el amor de esclavo. El europeo con ha consentido ser esclavo de ningún Dios ni siquiera del suyo.
3. La esperanza Europea
Maria Zambrano dice que el hombre no se resigna con nacer una sola vez, tiene una necesidad de volver a ser reengendrado, así, la cultura es reflejo de esta necesidad, está esperanzado en nacer definitivamente, exige y reclama volver a nacer y encontrar su equilibrio en donde este pleno. Tiene esperanza de renacer constantemente en su lugar “la tierra”, y no es algo más allá de la tierra como lo pensaban otras culturas. Así es el hombre europeo, con su esperanza en la resurrección en este mundo, su mundo.
La cultura es consecuencia de la necesidad que tenemos por nacer nuevamente, por lo que la esperanza es el fondo ultimo de la vida humana, lo que reclama y exige el nuevo nacimiento, su instrumento, su vehículo, es por esta razón que el ser humano no descansa porque todas las veces que el hombre ha querido nacer, no lo logra porque no ha encontrado ese ser entero y acabado que va buscando.
Las culturas y la Utopías tienen una característica en común ambas son ensayos de ser, de estas las formas que han alcanzado una mayor vigencia y son estas las que se han ceñido mas estrictamente a la estructura de la vida humana, que se encuentra en esperanza de renacimiento.
Las culturas orientales son por lo tanto resultado del ansia de desnacimiento; la Europa del renacimiento, por esta razón la historia europea es mas historia que ninguna otra, pues, además del afán de existir, tiene la conciencia de esta esperanza ha sido la de renacer constantemente aquí en la tierra, una tierra que es el escenario de su resurrección. La creencia general europea engendrada por su esperanza de resucitar lo ha sido la vida eterna, la resurrección; pero en este mundo, aunque se haya soñado y creído en otro.
El protagonista europeo es el sujeto de su vida histórica, de su cultura, se encuentra engendrado por una lucida esperanza. Esperanza que le ha hecho habitante de la más rara manera que haya podido darse.
Nacimiento de Europa
Para Zambrano, San Agustín es el que muestra el transito del mundo antiguo al mundo moderno, es el que fija el nacimiento de la cultura europea. Es nacimiento de una cultura y muerte de otra, de la filosofía griega y el poder romano, muerte para renacer en otra forma. El cambio se da imponente en el nacimiento del hombre con nueva fe, con una creencia, dirección y esperanza. Esta resurrección es la transmutación de algo que sigue siendo lo mismo pero con diferente forma, de esperanzas y desesperaciones que cambian de forma, la nueva forma absorbe la esperanza y desesperanza antigua y hace que la resurrección sea mejor de lo que se soñó.
Para Maria Zambrano el nacimiento de la cultura europea radica en la imagen de San Agustín, su vida se hace transparente en sus Confesiones donde nos ofrece, el transito del mundo antiguo al moderno, las Confesiones, nos ofrecen el estado de diafanidad el doble proceso coincidente de una conversión personal que al propio tiempo es histórica. La historia se confiesa en el, pues lo que no cambia es el alma sino el mundo, la alma del mundo antiguo se convierte en nuevo.
El mundo antiguo del que San Agustín sale, no muere en sus escénicas mas verdaderas, esta va a formar la nueva cultura que se llama Europa, el hombre ha cambiado y al cambiar este cambia la esperanza, de esta manera se explica el nacimiento del cristianismo la cual había nacido en sus puros orígenes lejos del esplendor de los sistemas filosóficos.
La asimilación de lo antiguo sucedió cuando el hombre nuevo se había revelado plenamente cuando este hombre estaba enteramente formado. Y eso lo podemos ver con San Agustín, por lo tanto San Agustín es el padre de Europa.
Toda resurrección es la transmutación de algo que sigue siendo lo mismo, pero que no puede permanecer ni un instante mas ser lo mismo, pero ya no puede permanecer ni un instante mas en su forma, y así, de pronto en lo mas escondido, encuentra una nueva inspiración, encuentra su esperanza y su desesperación las cuales andaban enredadas, la transmutación de esperanzas y desesperaciones es la que nos muestran las Confesiones de San Agustín.
La vida humana es sistemática, esta hecha de esperanzas y desesperanzas, su funcionamiento se ha enredado y se hace imposible, por lo tanto el hombre agoniza, se debate y empieza a buscar, porque no sabe esperar.
Ha nacido en nuevo hombre y este ya sabe lo que tiene que esperar, de aquí podemos explicarnos la resurrección en que el mundo antiguo pudo al fin vivir mejor de lo que soñara.
La esperanza antigua y la esperanza cristiana
Zambrano hace una comparación entre la esperanza antigua y la cristiana, a esto, dice que la esperanza para los griegos se basaba en la razón, el orden y la transparencia, la razón era el camino de salvación, su filosofía. La esperanza cristiana se basa en la desesperación por vivir, en el hambre de vivir y no perecer, no hambre de razón o de orden, hambre de razones de vida.
El hombre nuevo, el reengendrado se desvive por vivir, se borra y se reinventa, es un hombre interior, regresa a “sí mismo”, lugar en donde encuentra la verdad. Esta es la base del hombre europeo, al darse cuenta de su interior se hace independiente y libre. El cristianismo hizo del hombre europeo, un ser sin limite de fuerzas, de vida o de muerte, un ser que busca trascender.
“Porque lo prodigioso es que se haya salvado también la esperanza antigua, la esperanza griega, que la cultura griega no había podido salvar”[8]. De esta forma podemos ver que Europa no ha roto con Grecia sino más bien la ha llevado a la realidad, encarnando esperanza del padre o del maestro.
Grecia ha servido al europeo para proyectar hacia ella lo que le faltaba, el lado de sombra y en desgracia de su vida. Hacia Grecia han ido los sueños reprimidos, y Grecia ha sido el nombre que muchas veces ha llagado la nostalgia europea, y sus imposibles anhelos.
La vida griega tenía un fondo de pesimismo existencial que explicaba el aspecto objetivo de la razón, el griego tuvo sed de razón, por su disgusto a la vida. Las culturas vitales modernas y el cristianismo no han sentido esa apremiante y absorbente necesidad de belleza que Grecia apura en su perfección, y que encerraba una propuesta, una rebeldía contra la mezquindad de la existencia humana.
El griego no tuvo vocación para la vida, mas bien para la razón, la belleza, para aquellas cosas que alcanzarían la inmortalidad que en los griegos tiene más claridad y forma que en parte alguna. Todos los pueblos o culturas vitalistas rechazaron la idea de ser, y nunca hubieran podido descubrirla, porque el ser mas allá de la vida y de la muerte, como la razón, como la pura belleza.
La esperanza para los griegos residía en la razón, en el camino hacia ella, la esperanza cristiana, es una replica a la desesperación que se obstina en vivir y que en medio de las mayores desdichas aún se queja de su ser perecedero. La desesperación es la rabia de vivir que esperaba a Cristo, al que habrá de traer resurrección y vida eterna.
La nueva revelación
Sobre la desesperación de la vida, melancolía y desganas griegas, y desengaño para el hombre vulgar que no tenia donde apoyarse en ella sobre este sistema de la desesperanza y del fracaso de la filosofía se abre camino san Agustín. Sus dos libros mas celebrados marcan el itinerario: de las Confesiones a La Ciudad de Dios. En uno encontramos al protagonista que buscamos. El otro es el mundo hacia el que se dispara, el mundo que se echa a buscar. Y tendría que ir por las Confesiones, a la ciudad de Dios.
En la confesión agustiniana se ha ido en busca de la verdad, una verdad que incluye la objetividad y aun la sostiene, pero, que esta viva, porque es el Dios de la creación y de la misericordia. Una vez encontrada la verdad esta vuelve hacia atrás para mostrar su corazón transparente, porque cuando se ha encontrado la verdad, se ha encontrado así mismo.
Dentro del área de la cultura europea, al menos, cuando la revelación es parcial, o se retrasa, o no es aceptada, la vida se convierte en una pesadilla. La confesión, mas que ningún otro genero literario, muestra lo que la vida tiene de camino, de transito entre aquel que nos encontramos siendo y el otro hacia el que vamos.
El hombre nuevo
El hombre nuevo, el hombre europeo, es el protagonista de su cultura, sea por lo menos dos; que cada hombre, y no por especial genialidad ni particular complicación, sino por vivir en este sistema de vida, lleve a otro dentro de si. Aquel de quien el hombre huye, el yo en sombra, el que reconocemos como contrapartida obstinada de nuestro proyecto, y aquel otro de nuestros sueños con el que llegamos a confundirnos en los momentos afortunados, en esos raros momentos en que nos parece que de veras vivimos y somos.
La confesión nos revela el camino entre uno y otro, entre el yo oscuro y el que le ha alcanzado su unidad en su transparencia. Por falta de ella, por falta de reconocerse la conciencia europea última, por falta de buscar ese personaje.
Tal situación es la que daba el tono dramático y también la riqueza inmensa de la vida europea, lo que hacia que tuviera siempre ese clima a veces demasiado tenso. Al hablar con un europeo se habla con un conflicto, con alguien que se desvive por vivir, que se borra y se vuelve a dibujar.
La interioridad
El nuevo hombre es un hombre del interior, un hombre que esta en si mismo, es un hombre que tiene la verdad en su interior, un hombre independiente y libre, libre sobre todo. Cuenta con interioridad una interioridad sin medida, donde se encuentra la verdad, en dicha interioridad encontramos el punto que refleja a esta, por lo tanto ser persona cristiana es ser infinito y sin medida; ser individuo estoico es tener una medida, es estar sujeto a un limite. El estoico toma de la vida la carga proporcionada a sus fuerzas.
La persona cristiana no tiene limito, ni para su fuerzas ni para su vida, ni para su muerte. Hay algo en el hombre que todo lo traspone y trasciende; ser hombre es poseer esta interioridad que lo trasciende todo, una interioridad inabarcable.
El cristiano es una perspectiva infinita que no se agota en sus actos ni en todos ellos juntos; es lo que esta siempre mas allá; esta en el fondo, tiene fondo.
El corazón
El hombre no es espíritu puro, pues cuando habla de si y se revela, es no solo la interioridad donde la verdad se encuentra, sino de todo su ser, si bien no necesita acudir a descripciones psicológicas para las que tan refinada percepción poseía. Mas no se trata de eso, sino de dar a luz, liberándole por completo, al hombre que bajo el mundo antiguo no tenía lugar para vivir.
El corazón se encuentra en dispersión y confusión siempre, cuando nos damos cuenta que lo que tenemos es que anda en otro, que se ha enajenado. Pero esta dispersión y oscuridad piden claridad y unidad. Y solo al hallar la verdad, enamorándose de ella, la alcanza.
El corazón limpio y reunido ha dejado de ser un estorbo para ser un medio de encontrar y poseer la verdad reflejándola, la cultura europea ha olvidado lo que le debía y ha olvidado también este cuidado del corazón, y así se le ha ido cerrando.
Dos mundos
Y así como el hombre europeo, revelado en la confesión agustiniana esta en un conflicto entre el ser y lo que quiere ser y para hacer frente a esto necesita la claridad de su corazón, el hombre europeo por lo tanto se encuentra en dos mundos.
La historia es mas historia en Europa que en otra parte, por esta importancia definitiva del horizonte, por la creencia en los propios sueños que corresponden al afán de salir de si. afán de salir de si más fuerte cuanto mas clara conciencia se tiene de la interioridad. Es importante destacar que el hombre que no camina a la santidad lo hace hacia la historia, intenta salir de si para realizarse en la tierra.
El esfuerzo del hombre europeo ha sido la infatigable tensión de tener a un mundo, a una ciudad siempre en el horizonte, inalcanzable, el paisaje europeo como tal es puro horizonte al igual que su historia.
El hombre europeo vive en conflicto entre el que quiere ser y aquel de quien huye, esto es causa de la confusión de su corazón, esta perdido y desorientado, no encuentra su mundo. Zambrano dice “la historia es más historia en Europa que en otra parte”, ya que la interioridad y la esperanza de resurrección en la tierra hacen que el hombre europeo idealice un horizonte, una ciudad, que antes pertenecía a los dioses, y ahora él la quiere.
Ideal imposible y fracaso de la historia, fracaso necesario para dar continuidad, para renacer.
Toda la historia es un fracaso porque la esperanza que la ha movido es imposible de realizar. San Agustín nos dio su paradigma, el paradigma del cual todas las ciudades europeas, existentes serán una copia de: La Ciudad de Dios.
La ciudad de Dios
La Ciudad de Dios es la ciudad eterna que se opone a la ciudad de los hombres, en ésta mora la verdad, por lo que los europeos se han enamorado de ella y han tratado de edificarla, hoy la ciudad de Dios ha estado en el interior de las utopías y las revoluciones, revolución como anhelo que abarca a todas las clases de revoluciones que la mente ha construido.
Es la raíz de todos los imposibles anhelos que han llevado a Europa a vivir en agonía, en muerte y resurrección. Pues de cada promesa surge otra para ocupar su lugar, el lugar de la ciudad de dios, del reino de Dios en la Tierra.
4. La Destrucción de las formas
María Zambrano dice que hay mascaras que cubren los rostros, las mascaras encubren las revelaciones del rostro, el rostro es el lugar en donde la naturaleza, el cosmos, sale de su hermetismo, esta característica solo ha aparecido en Grecia. La mascara es revelación ambigua, demoníaca, y divinidad ambivalente, el rostro es la prueba de la decisión del que se atrevió a ser hombre, del que encontró una consistencia humana.
Cuando nos acercamos a mirar el rostro del Oriente, encontramos una mascara, la cual es rica en la multiformidad de épocas y aun de las esculturas enteras y países diversos, es por esta razón que los rostros parecen coincidir ante nosotros, esta mascara engaña y el rostro revela, el rostro que revela es el lugar donde la naturaleza sale de su hermetismo.
En la mascara se ve lo ambiguos, lo demoníaco, lo sagrado en suma, con esa ambivalencia característica de lo sagrado. Cuando el rostro se forma y se forja es consecuencia de la mente, es el espejo y resultado de haberse decidido a ser hombre, es haber encontrado un saber previo acerca de la consistencia humana.
Zambrano se preocupa por la perdida de la forma, un hecho de nuestro tiempo, “lo que se da por sabido” destruye la forma, las artes son testigos de la deshumanización de las mismas.
La culpa de la destrucción no le corresponde a la estética, es algo que sobrepasa, es algo en el origen del arte, en la necesidad de expresión, en la raíz última de la actividad artística. La causa era el hombre mismo, de nuevo la mascara cegadora y ensordecedora que hacia del arte, figura y palabra algo sin función de equilibrio y apaciguante, volvía un recuerdo evocador de terror y muerte, vuelve el proceso de desintegración en el cual aparecen los elementos de vuelta al hermetismo, a la destrucción de la forma.
Destrucción terrible, no solo deshumanización, sino destrucción de la forma humana. El arte occidental tuvo una raíz humana, fue humanista desde que nació, con pilares en la bondad, compasión, piedad, emoción ante el dolor inmerecido, cuando el arte perdió la forma humana, perdió la identificación y su origen.
La destrucción era de la forma, forma humana y la del mundo que el hombre había creado, donde habitaba la humanización de la realidad. En la destrucción de la forma aparece lo que no se puede explicar con palabras, lo inefable, y pide salir a la luz y vivir en la vida de la expresión, y esto solo se puede dar a través de la participación.
La destrucción de la forma, es “la noche obscura de lo humano”, el hombre creador se oculta y oculta sus creaciones detrás de mascaras, las hace saltar a un mundo deshabitado, humano en las huellas y expresión de lo triste y solitario de su sentir.
Es reflejo de la búsqueda de algo perdido, y la mascara es el instrumento de búsqueda y de protección ante la realidad demasiado viva, es la búsqueda del retroceso del Dios de la teología en busca del Dios que devora y quiere ser devorado.
No obstante se nos presenta un suceso extraño ante el cual la gente se escandaliza frívolamente, este es el instante en que el arte europeo desde los más diversos lugares presenta el escalofriante aspecto de la destrucción de las formas.
Naturaleza y expresión humana
Y así lo que a primera vista aparecía era una desintegración evocadora de la muerte. La experiencia que tenemos de la vida es que la muerte es lo que destruye y desintegra. La muerte es la génesis al revés, y el hombre en su sepultura recorre devuelta el misterioso camino que hizo al nacer.
La cultura humana es un misterio, es una época de la historia, la imagen del bizantinismo era que este se usaba como signo del agotamiento de una cultura, pero ahora en este suceso no había complicación ni refinamiento que se muerde la cola la vuelta al primitivismo. Y no se ha permitido creer en la sinceridad. No era refinamiento, ni estilización sino un proceso difícil de ver, porque no acontece ante nuestros ojos, es un proceso de desintegración en el cual van apareciendo los elementos, la aparición de estos elementos es la vuelta al hermetismo, es por tanto la destrucción de toda forma.
El hermetismo es un silencio que suena, silencio que hace sentir unas entrañas que gritan y que, bajo una losa, prosigue la vida de su suplicio.
Lo humano que crece es lo que llega a sus propios limites. Es la expresión que desciende hasta los últimos linderos, bordeando el lugar en que lo humano va a dejar de serlo, en que los fondos abismales del corazón humano van a dejar de ver a fuerza de ser traídos los estratos donde el hombre ya no lo es.
Objetividad y participación
Es el instante en que se agoto la libertad del Romanticismo en sus consecuencias, el Romanticismo termina donde se inicia el cubismo, dadaísmo, y el surrealismo, ritmo por una parte, ritmos y sonidos sin logos, formas pensadas, macizas, por otra, son formas que no lo son en la misma medida que lo son las clásicas.
La gravedad de la materia, la gravitación universal es lo que hace sentir como hecho inexorable. Son formas macizas que sugieren un mundo donde no se puede transitar, es en la desintegración de lo humano donde aparecen los elementos, y por la mecánica del intelecto es natural que al desintegrarse algo surjan los contrarios.
Son los contrarios en todo en la vida social y en la política, pero no son contrarios sino opuestos, los contrarios destruyen y una vez que ha quedado destruida la objetividad el pensar trae al mundo una nueva relación entre hombre y la realidad que lo circunda, siendo esto un factor cíclico.
Noche obscura de lo humano
La noche obscura de lo humano es una mascara mas donde el mundo queda deshabitado. La mascara es claramente un medio, se hace objeto de contemplación cuando ya ha perdido su carácter genuino sagrado. La mascara es por tanto se usa con el fin de conseguir algo. La mascara es un instrumento para entrar en contacto con una serie de realidades, por participación. Por una imitación que sea una transformación, es una transfiguración, por lo tanto el que usa mascara quieren tomar otra figura.
El sentido negativo por el que atraviesa este cambio fue sentido solo en épocas ya desprendidas de la mascara, por lo que ha quedado solo un juego cuando esta era un uso utilitario. No es abandonar la propia figura que aun no se tiene, lo que el hombre primitivo, que la usa ingenuamente quiere y se propone. Es por lo tanto la entrada en contacto con una realidad que solo así es asequible. La mascara es una forma de acceso a la realidad, realidades especificas y también una protección ante una realidad demasiada viva, escudo ante dioses terriblemente vivos.
Conclusión
Mas que una crítica pretendemos hacer una reflexión acerca de lo que nos dejo este libro, en cuanto a dudas, intereses y reflexiones.
Maria Zambrano nos lleva a observar la fuerza que requiere el espíritu del hombre moderno, y no solo del europeo, para salvarse de si mismo, y nos obliga a constatar que esta espiritualidad solo emana de un compromiso ante la verdad y la libertad. Recordemos entonces, que solo da la libertad quien es libre, quien es capaz de acercarse a la verdad. “la verdad os hará libres”. La verdad que se obtiene mediante la fidelidad purificadora del que usa su don de la acción y de la palabra, y se hace entender.
Esta angustia nace de la necesidad de saber ¿Qué mundo cultural era el que María Zambrano veía, que aparecía ante sus ojos como una realidad de despiadada y cosificada, y en la cual la dimensión Ética daba un salto al vacío?
Maria Zambrano nos hace ver la necesidad de la verdad en el ser humano, la misma necesidad que se basa en su ansia de ser. Pero para encontrar la verdad es necesario encontrar la raíz del hombre, es decir, su palabra y su acción. La palabra piadosa permite un movimiento trascendente en el hombre, la palabra se vuelve fuente de descubrimiento y camino de libertad, solo con la palabra hay renacimiento, hay libertad de creación. Sólo la palabra creadora es capaz de ofrecer un cauce a aquellos sueños de la persona en los que aparece una realidad que no ha sido asumida por la conciencia, pero sin la cual tenemos que hablar de mutilación de la vida humana.
Pero también nos hace ver los terribles efectos que puede traer el ver la realidad sin estar preparados, a esto Italo Calvino pone un ejemplo que me parece muy ilustrativo de lo que los vicios, el terror, el olvido, pueden ocasionar: “La relación entre Perseo y la Gorgona es compleja, no termina con la desaparición del monstruo. De la sangre de la Medusa nace un caballo alado, Pegaso; éste hace brotar en el monte Helicón la fuente donde beben las Musas”. En ocasiones la pesadez, lo nocivo, el vicio se convierte en lo contrario. “Las sandalias aladas de Perseo también provienen del mundo de los monstruos, Perseo las recibió de las hermanas de la Medusa. En cuanto a la cabeza cercenada. Perseo no la abandona, la lleva consigo escondida en un saco; cuando los enemigos están a punto de vencerlo, le basta mostrarla alzándola por la cabellera de serpientes y el despojo sanguinolento se convierte en un arma invencible en la mano del héroe, un arma que no usa sino en casos extremos y solo contra quien merece el castigo de convertirse en estatua de si mismo. Perseo consigue dominar ese rostro temible manteniéndolo oculto, así como lo había vencido antes mirándolo en el espejo. La fuerza de Perseo esta siempre en un rechazo de la visión directa, pero no en un rechazo de la realidad del mundo de los monstruos en el que le ha tocado vivir, una realidad que lleva consigo, que asume como carga personal. El trato que Perseo da a la cabeza es de cortesía, (para que la áspera arena no dañe la cabeza, Perseo muelle el suelo cubriéndolo con una capa de hojas, extiende encima unas ramitas nacidas bajo el agua, y en ellas posa, boca abajo la cabeza de la Medusa. Pero lo más inesperado es el milagro que sigue: las ramitas marinas en contacto con la medusa se transforman en corales y para adornarse con ellos acuden las ninfas que acercan ramitas y algas a la terrible cabeza)”[9].
La comparación podrá ser muy criticable, sin embargo el ejemplo tiene algo de verdadero, los vicios, la soberbia y la falta de responsabilidad hacia los demás son cosas que queremos evitar, pero al guardarlas en la misma bolsa que la medusa, las tenemos presentes, sabemos que existen y sabemos como no ser victimas de sus terribles efectos, ese conocimiento nos hace más concientes, más fuertes. De lo malo, en ocasiones viene algo bueno, la conciencia de que no estamos exentos de caer en los vicios y en las apatías viene del conocimiento de las consecuencias que estos males pueden generar.
Me parece que el libro es más bien una critica a la modernidad que a la Europa agonizante, en su primera parte trata problemas más relacionados con la vida moderna que con un tipo de vida especifica de Europa. Nos explica bien el problema que hizo que Europa muriera para luego renacer, pero es un problema en que todas las sociedades están involucradas, es la de la incapacidad de sorprenderse, de maravillarse, es el problema de la naturalidad, de lo común, ya sea por apatía o por ignorancia.
Y hace un breve repaso por la historia sacrificial, cuando los dioses míticos se presentaron como respuesta inicial; la aparición de estos dioses es una primera configuración ordenada de la realidad. Nombrar a los dioses significa salir del estado trágico donde estaba sumido el indigente porque al nombrarles se les puede invocar, ganar su gracia y apaciguar el miedo.
El "ser" como identidad aparecía en Grecia como la primera pregunta que, no siendo aún del todo filosofía, arrancaba al hombre de su estado inicial porque señalaba la aparición de la conciencia.
El nacimiento de la filosofía había dado lugar al descubrimiento de la conciencia, y con ella, a la soledad del individuo. Lo divino había tomado el aspecto de la extrema extrapolación de los principios racionales.
El proceso histórico. Es el paso por la conciencia. La primera forma de estar en la historia, dirá Zambrano, es padeciéndola. El hombre se encuentra en la realidad padeciéndola, de la misma manera que padecía en el estado de delirio, la persecución de los dioses. Y tomar conciencia: dudar, poner en cuestión, es un paso trágico; no es fácil, para aquel que apenas empieza a tomar conciencia, pasar de un estado en el que otros, u otra cosa (los dioses, o el destino) le movían, a tener que mover él, tomando sobre sí la responsabilidad de su historia.
La enseñanza que Maria Zambrano trato de dejar en sus letras es que el hombre no es uno y para siempre, necesita reinventarse, repensarse, La idea de tiempo en María Zambrano engloba de forma natural un conjunto de nociones que le son solidarias y entre las que sobresale el concepto de “nacer o renacer”, el despertar de cada mañana parece que sea para siempre. Mas este siempre quiere decir que siempre habrá de repetirse, que siempre habrá que hacerlo y sufrirlo mientras se viva.
“Nunca abandona la esperanza al hombre que piensa en miserias. Ávida su mano escarba la tierra para hallar tesoros, y se da por muy contento con encontrar un gusano”[10].
Bibliografía:
Maria Zambrano, La agonía de Europa, Trotta, 2000. pp103.
Calvino, Italo. Seis propuestas para el próximo milenio, 1998, pp,150.
Wolfgang von Goethe. Fausto, 1998, pp, 215.
[1] Maria Zambrano, La Agonía de Europa, Trotta, Madrid, pp24
[2] ibidem pp25
[3] Opcit, La agonía de Europa, pp26
[4] ibidem pp 28
[5] opcit, La Agonía de Europa, pp 42
[6] Ibidem pp 45
[7] Op. Cit, La Agonía de Europa, pp 55
[8] ibidem pp 67
[9] Calvino, Italo. Seis propuestas para el próximo milenio, 1998, p,21.
[10] Wolfgang von Goethe. Fausto, 1998, pp, 24
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