domingo, 27 de diciembre de 2009

La razón del mas fuerte

La Razón del más fuerte.
Política, Derecho, Soberanía y Democracia.

“La democracia por venir: es preciso que dé el tiempo que no hay”

Jaques Derrida problematiza en Canallas el por venir de la razón y la democracia entendiendo que el por venir no hace referencia sólo al futuro sino aquello que llega, , la venida del otro, del aquello que viene y que no vemos venir. En Canallas se insertan varias aristas para problematizar la filosofía política y particularmente hacer referencia a la política de hoy centrando el problema en el intento por responder cuestionamientos tales como:



¿Cuáles son, en la edad de la susodicha mundialización, las relaciones por venir entre la fuerza y la razón? ¿Hay un poder de la razón? ¿Una razón como poder? ¿La razón del más fuerte es siempre la mejor? ¿Lo justo y el derecho están del lado del más fuerte? ¿Al no poder ser fuerte lo justo, se ha convertido lo fuerte en justo?



La Razón del Más Fuerte es el lugar que hoy ocupa la soberanía y la Democracia, es el lugar donde los conceptos de razón, acontecimiento y mundo son parte de una misma y sola madeja que es dirigida por la soberanía, especialmente por la soberanía del Estado Nación. La soberanía como practica política al ser la razón por la que se desatan guerras en defensa de esta, parece cada vez menos legitima.



La soberanía pierde su credibilidad y el Estado lejos de ser garante de seguridad se transforma en un Estado Canalla, un Estado al cual Jaques Derrida define como la traducción reciente y equivoca de lo que la administración americana denomina rogue State, el Estado que no respeta sus deberes de Estado ante la ley de la comunidad mundial ni a las obligaciones del derecho internacional, el Estado que escarnece el derecho y se mofa del Estado de derecho[1].



“Canallas propone también una distinción frágil auque sin duda indispensable: entre la soberanía (siempre en principio, indivisible) y la incondicionalidad. Semejante partición supone que pensemos, tanto en la imprevisibilidad de un acontecimiento sin horizonte como en la venida singular del otro, una fuerza débil”[2]



La fuerza vulnerable es una fuerza sin poder que expone aquello que viene, afectando en primera instancia a esta misma fuerza anunciadora. La venida de dicho acontecimiento excede la autoridad legitimada de lo que se denomina un preformativo desbordando de igual forma la útil distinción entre constatativo y preformativo[3].



Lo que aquí se afirma seria un acto mesiánico que es sin duda otra apelación y otra forma de interpretar a Khora, como localidad general, espaciamiento e intervalo, khora es aquí el otro lugar sin edad, el otro tener lugar, es decir el sitio o la situación, acontecimiento irreemplazable de un desierto en el desierto. El khora de canallas como lugar no es ni un suelo y ni un fundamento, empero en ese khora como acontecimiento se da el punto de partida para tomar impulso y darse el tiempo para hacer posible el llamamiento a un acontecimiento por venir, de la democracia por venir, de la razón por venir. En el llamado se insertan las esperanzas de todo hombre, pero el llamamiento como tal carece de esperanza, así pues todo esta por venir…



La razón es una sombra que la fuerza se ha encargado de borrar, la razón ha dejado de ser materia prima del derecho, la fuerza hoy prima sobre el derecho por lo que la razón el dialogo, el logos no representan el punto de vista del lobo, ni, por lo demás, el del cordero.



El derecho escapa de las manos del hombre y hoy fuerza y derecho se encuentran limitados y divididos en su actuar, por ello Derrida se pregunta: “¿Qué ocurre con el derecho? Y ¿Quién? , suele decirse para designar a un sujeto que tiene derecho sobre…, que esta habilitado para… o que tiene poder de decidir… Pero ¿Quién tiene, justamente derecho a dar o adjudicarse el derecho, a atribuirse, a conceder o a ejercer, soberanamente, el derecho? ¿a interrumpirlo soberanamente? Schmitt definió al soberano de esta manera: aquel que tiene derecho a interrumpir el derecho”[4].



El cuestionamiento primario en Derrida parte de la búsqueda del acontecimiento, de lo que ocurre con, de la llegada o la venida, de lo que viene y de quien viene, es la interpretación primigenia de lo que ocurre hoy de lo que acontece tanto con la tecnociencia, así como el derecho internacional, la razón ético jurídica, las practicas políticas y por ultimo a la retórica armada, el conflicto bélico siempre latente, siempre presente, la violencia entre nosotros. Acontecimiento, suceso, interpretación de lo que le ocurre al motivo de lo político, de la guerra, del terrorismo que hoy por hoy en su actuar han generado la perdida de credibilidad del concepto de soberanía.



“Esta situación, ciertamente no la ha creado, ni siquiera la ha puesto de manifiesto aquel presunto “acontecimiento de gran magnitud” fechado un “once de septiembre”, aunque esos asesinatos y aquellos suicidios (tantos otros también) hayan escenificado mediáticamente las premisas del mismo y algunas de sus consecuencias inevitables; y aunque ese escenificación mediática haya constituido la estructura y la posibilidad de susodicho acontecimiento”[5]



En el recorrido y la distinción de la razón y la democracia se da un proceso donde es necesario desasociar tanto a la soberanía como a la incondicionalidad, pues ambas se sustraen tanto a lo absoluto mismo como a todo relativismo.



La razón del más fuerte es un ensayo sobre la razón sobre la democracia y sobre el Estado, es la reflexión elíptica sobre el acontecimiento, elipse que no sólo hace referencia a la carencia sino también a la figura curva con más de un foco, un menos uno y un más uno. Entre el menos uno y el más uno, la democracia posee quizás cierta afinidad esencial con esa torna o tropo que se denomina elipse, por lo cual desde la elipse la democracia por venir necesita dar el tiempo que no hay.



Elipse, curva, circunferencia, retorno de lo incierto, una vez más es siempre de nuevo, una vez de nuevo una primera vez, retorno heracliteo, repetición que no se repite jamás, democracia que va y viene, democracia siempre por venir, necesidad de pensar lo que quiere decir esa cosa enigmática que se denomina la vez y cada vez el retorno, el turno, la torna las torres, vuelta de tuerca, Re-torno, rondar y retornar, rueda que rueda pero que no vuelve más rueda que avanza y no retorna, rueda, elipse, torno, vuelta, darse el tiempo, dar la vida dar la muerte, proceso natural. La vida como tal sigue siendo el enigma de lo político en torno al cual rondamos sin cesar, el lo que da paso al por venir, a lo que queda por venir, aquello que todavía no tiene ni fecha ni rostro…



El torno, la torna, la rueda, la vuelta de tuerca y el retorno, son motivo y primer motor, es causa y cosa entorno de la cual la vida siempre va estar en constante relación, rondar de forma constante, ida y vuelta, un de aquí en adelante, hacia lo que habría tenido lugar, irreversiblemente, de acuerdo con el movimiento circular de un futuro anterior, de un porvenir caduco, anulado.



“Tengo que advertirles desde ahora, habiendo comenzado apenas, en el umbral, que no habré tenido más remedio que ceder a la inyunción de una cuestión preliminar. Y doble, no fortuitamente doble”[6]



La cuestión doble es semántica e histórica, por lo que se tendrá que ceder tanto a su fuerza como a su derecho, la razón, la razón del más fuerte, habrá sido la razón del más fuerte, habrá sido la de mayor fuerza. La cuestión semántica e histórica es por turno, a la vez, una que otra vez, dos veces, cada vez, toda vez que, de vez en cuando, algunas veces, otra vez ,en vez de de, cuestión semántica e histórica, que significa turno, sucesión alternancia y alternativa, circulo, vuelta, reflexión sobre la fecha y el retorno, pues lo que tuvo lugar tendrá lugar todavía hoy, aunque de una manera diferente, un eterno retorno.



La doble cuestión nos obliga a imprimirle un giro mismo a la palabra misma de cuestión. La cuestión se impone, impone su fuerza, una fuerza que habra dado cuenta de todo, por lo que la cuestión se torna violenta, cuestión que hostiga, cuestión que violenta, torno, tortura, torquo, tortum, torsión, dolor, violencia y barbarie, la Tortura es siempre un torno, siempre hay una rueda.



“La Tortura pone siempre en funcionamiento la violencia circundante y la repetición insistente, el encarnizamiento, el torno y el retorno de algún círculo. La tortura de la rueda pertenece a una gran historia judicial y política”[7].



La Tortura pone en marcha un dispositivo rotatorio, un desplazamiento del presunto culpable, el culpable, el reo es despedazado por maquina, por la maquinaria de la rueda, siendo pues su despedazamiento la unión del cuerpo de la rueda con la finalidad de desmembrar al cuerpo, la rueda rompe, despedaza, tensa, tira y da tirones, desmimbra, despedazando todo el cuerpo en dos direcciones totalmente opuestas.



La cuestión reaparece y retorna, tortura, por ello la democracia por venir es tortura, es rueda y retorno, es por venir , es venida y vuelta de la tortura, es partir del lugar de allí donde no se, de un no se que no se si depende de un saber, de un saber que significa propiamente la democracia por venir, empero en ella deposito toda mi esperanza porque es acontecimiento y punto de partida, sin embarga al depositar mi esperanza me torturo a mi mismo en es torno, en esta rueda que me desgarra el cuerpo.



“Como si democracia por venir no quisiera decir tanto democracia por venir (con todo lo que todavía queda por decir y que intentare poco a poco precisar) cuanto concepto por venir de la democracia, aceptación sino nula todavía al menos sin valor, todavía incumplida de la palabra democracia: sentido a la espera, todavía vació o vacante, de la palabra o del concepto de democracia”[8]



Democracia es poder del pueblo y para el pueblo, empero aún con esta definición sencilla no sabemos a ciencia cierta que es democracia, pues esta aún no no se presenta como tal, pero tenemos la esperanza de que esta por venir, mientras tanto no podemos renunciar a la ensoñación y a la esperanza, como tampoco podemos renunciar al uso de la palabra cuya herencia es innegable pero cuyo sentido es todavía obstinado, oscuro y reservado.



La palabra nos fue enviada y la hemos heredado, se dirigió a nosotros como concepto desde la Grecia antigua y la conservamos hoy, pero su legado lo dejamos para más adelante, para un futuro por venir.



La palabra gira en torno de nosotros, es la democracia una herencia en forma de torno, una ida y vuelta, un acontecimiento, un devenir incierto, acontecimiento silencioso e instantáneo, sin espesor de tiempo.



La rueda gira, la rueda marca deja huella y ultrahuella, deja mancha, deja marca, la rueda es una inmensa y tajante mutación en la historia, en la historia de la humanidad, icono de progreso, pero también icono de violencia, la rueda gira alrededor de nosotros gira entorno incluso de los derechos así llamados del hombre, empezando por el derecho a reconocerse a uno mismo como hombre retornando sobre sí de forma espectacular, auto-deíctica, soberana y autotélica.



La rueda, un giro, un eje, una rotación sobre si misma sobre un eje fijo, de tal suerte que parece difícil pensar en el deseo de nominación de algún espacio democrático sin lo que se denominaba en latín rota, es decir, sin la rotación o rotadura, sin la redondez o rotunidad giratoria del redondel que gira en redondo, sin la circularidad, aunque sea pre-técnica, pre-maquinica y pre-geometrica, de algún torno o, más bien, de algún retorno automóvil y autonómico a sí, hacia sí y sobre sí del origen, ya se trate de la autodeterminación soberana, de la autonomía de si, del ipse, a saber, del sí mismo que se dicta a si mismo su ley haciendo posible su fuerza de ley, y su razón más fuerte.



En Derrida ipseidad es un “yo puedo” que se relaciona con el poder que se otorga a sí mismo su ley, su fuerza de ley su representación de sí mismo, la reunión soberana y re apropiatoría de sí en la simultaneidad del ensamble o de la asamblea, del estar-juntos, del vivir juntos. En ese vivir juntos se inserta, la simultaneidad, el simulacro que refiere a tornar semejante en la semblanza o en la falsa-semblanza de la simulación o en la asimilación, por lo que se abre el cuestionamiento de la democracia por venir que parte de la pregunta: ¿Qué es vivir juntos? Y sobre todo ¿Qué es un semejante?



En la ipseidad se encuentra el sentido de sí mismo, el ser que es propiamente sí mismo, el sí mismo, el mismo de sí que es poder, que es potencia, que es soberanía, pero sobre todo es lo posible implicado en todo “yo puedo” que a su vez remite a la posesión, la propiedad, el poder y a la autoridad del soberano, por ello ipseidad puede traducirse como el conocete a ti mismo, es decir el cognoce et ipsum.



Así pues ipseidad es giro, es torno, vuelta y soberanía, pues antes incluso de cualquier soberanía del Estado, el Estado-Nacion, del monarca o, en democracia, del pueblo, la ipseidad es el referente para designar un principio de soberanía legítima, la supremacía acreditada o reconocida de un poder o de una fuerza, de un kratos o una kratia que son en el hombre la rueda libre capaz de impulsar cualquier movimiento cíclico en un vaivén de vida, ya que la ipseidad esta inserta en todas las partes donde hay algún sí mismo lo cual hace alusión al primer y último recurso de toda razón del más fuerte.



En la ipseidad la torna de la circularidad, circularidad que se cierra a sí misma y sobre sí misma, sobre lo mismo, sobre sí y sobre lo propio del propio sí mismo, la torna,; la primera torna: eso es todo, torna e ipseidad, rodeo de sí mismo y posibilidad abierta de rodearse de retornar a sí o retornar sobre sí, la torna consiste en todo y constituye un todo consigo mismo.



El torno y la ipseidad conjugan kratos, conjugan fuerza, pues solo mediante la fuerza es posible echar andar la rueda, solo mediante la fuerza es posible girar sobre sí mismo, así pues la democracia seria ipseidad y torno, que como ipseidad y torno es fuerza (kratos); fuerza determinada como autoridad soberana que da como resultado poder, poder de decidir, de zanjar, de dar cuenta de y de otorgar fuerza de ley, dando como resultado que la unión de poder e ipseidad decanten en la democracia el significado de poder del pueblo, poder del pueblo que traducido como soberanía es una circularidad incluso esférica, un vaivén, una torna, la soberanía es redonda, es un redondeo.



Circularidad presente, ida y vuelta, vaivén, lugar de deseo y goce, lugar de generación de vida, de exaltación de vida, exaltación que es conducta de vida y genero de vida, forma y vida, energía de acto puro que se traduce en goce, y al retornar sobre sí se hace patente el goce de sí; goce de sí que se entiende como auto-afección circular y espectacular análoga u otorgada al pensamiento del pensamiento.



Goce y deseo, concepto y palabras indisociables del pensamiento político que dentro del concepto de Democracia exaltan el goce consiente o inconsciente, del calculo y lo incalculable, donde deseo y goce componen la energeia del motor de la eterna circularidad concebida a partir del logos como ipseidad y centro donde la idea de fuerza, de poder y de dominio están analíticamente incluidas.



Por lo tanto Derrida advierte que: “Aunque sepamos poco de lo que debería querer decir “democracia”, es preciso pese a todo, debido a cierta pre-comprensión, que algo sepamos de ello. Y he aquí que el circulo hermenéutico ronda en el nuevo horizonte que limita el sentido de la palabra para tratar de saber mejor lo que la “democracia” habrá podido significar, habrá debido, en verdad querer decir. Ya tenemos cierto idea de lo que “democracia” debería querer decir, ya habrá querido decir – y la idea, el ideal, el eidos o la idea designada asimismo el ruedo de un contorno, el límite que rodea una forma visible. Si no tuviésemos una idea de la democracia, no nos inquietaría su indeterminación”[9]



El bribón



El bribón es un es aquel que realiza un acto de bribóneria, es decir, un acto con la que se califica la acción de cualquiera cuya astucia, recursos, o incluso, habilidad despliega un sentido maligno, malicioso o maléfico, por ello la acción del bribón entendida como bribóneria merece ser la rueda y/o el suplicio de un roué, un enrodado, un ser molido a palos en la rueda o en todo caso, castigado pr haber infringido la ley o las buenas costumbres, el bribón por lo tanto es un hombre sin principios y sin vergüenza, un hombre que no respeta nada.



Jaques Derrida define al bribón como un ser embaucador, una especie de canalla. El bribón es un hombre falto de buenas costumbres y que vive bajo el concepto del desenfreno; desenfreno entendido como el no – trabajo, como interrupción de la tarea, un excentrico falto de empleo, pero que emprende la empresa ludica y lubrica, un ser impudico, dionde la lujuria, la desverguenza y el libertinaje se postran como las caracteristicas escenciales del bribón. El bribón es una connotación sexual que no puede atraer la atracción misma, el poder que va unido a la seducción y por lo tanto al embaucamiento. En este sentido seducir tambien quiere decir embaucar, es decir, atraer fuera del camino recto.



Por lo tanto si el canalla es un embaucador, el devenir canalla nunca estara lejos de una escena de seducción. Dentro de la gran veta de la diferencia sexual que atraviesa, al menos virtualmente, toda la historia de la democracia y de su concepto, de tal suerte que habrá que darse el tiempo porque los canallas, si no los bribónes, son con mayor frecuencia hombres.



“La atracción, que organiza a la seducción con el fin de embaucar suscitando el deseo, consiste a veces, para el hombre bribón, e hacer la rueda, en exhibir sus adornos y sus pintas, en pavonearse como un pavo real en celo”[10].



El bribón es un desenfrenado, un perverso, por lo que la bibroneria hace referencia a la subversiva falta de respto por los principios, las normas y buenos modales, por el derecho y las leyees que gobiernan el circulo de la buena sociedad, de la sociedad bienpensante y de buenas costumbres, el bribón califica un desenfreno que requiere la exclusión o el castigo. El bribón es por tanto una especie de canalla. El bribón es un canalla a la vez incluido y excluido, excluido del interior de la buena sociedad civilizada, el bribón es gente de compañía y que acompaña el desenfreno de los poderosos.



Los bribónes son entes del circulo democrático, pues siempre ha sido difícil distinguir rigurosamente entre el bien y el mal de la democracia, pues de ello resulta penoso discernir, en el libre albedrio, el bien de la libertad del mal de la licencia democrática. En el libro VIII de la República Platón propone un examen escópio de la democracia como régimen, hace comparecer a la democracia y la somete a juicio haciendo entrar en crisis al hombre democrático, su forma de ser y hacer, sus maneras, sus tropos y sus tornas.



La crisis juzga y, entonces, la crítica es abrumadora: el hombre democrático es la renuncia generalizada, la perdida de autoridad, el rechazo a reprimir por medio de la ley a los jóvenes akolastoi, los no castigados, los no reprimidos, por ello podemos decir que los bribónes y los canallas son los insociables, los indisciplinados, los despilfarradores, son los que como jóvenes se entregan a los placeres y al ocio del alma y el cuerpo.



La democracia contiene un eje y un motor fundante, la democracia es libertad, el principio fundamental del régimen es la libertad, el relato de la democracia se vincula con los motivos de la libertad (eleutheria) con los de la licencia (exousia), que también es capricho, li9bre albedrio, libre elección que se traduce en la oportunidad de seguir su propio deseo, facilidad y/o facultad o poder de hacer lo que se quiere.



Al hablar de democracia y determinar a la misma debemos referirnos a sus conceptos rectores, a pueblo y a poder, demos y kratos o kratein, que quiere decir prevalecer, vencer, ser el más fuerte, tener fuerza de ley, tener razón, tener la razón del más fuerte. El concepto de democracia se ha concebido constantemente a partir de la libertad, la cual ciertamente es comprendida y entendida como una simple figura, otra figura, otra torna, otro sesgo de poder donde la libertad es en el fondo la facultad o el poder de hacer lo que se quiere, la libertad de decidir, de elegir, de determinarse y auto-determinarse.



La libertad requiere ipseidad, requiere del conocimiento de si mismo y el conocerse a sí mismo. El simple análisis del yo puedo, del me es posible, del tengo la fuerza de (krateo) descubre en los mismos el predicado de la libertad, el soy libre y el puedo decidir. Por lo que se concluye que no hay libertad sin ipseidad y, viceversa, no hay ipseidad sin libertad. Ni, por consiguiente, sin cierta soberanía.



En la soberanía, en el sentido concreto de la soberanía democrática, la libertad y la igualdad no se puede conciliar más que de forma rotatoria y alternativa. La libertad absoluta de un ser finito no es equitativamente compatible más que en el espacio-tiempo de un por-turno, por consiguiente, en una doble circulación:



a) La circulación del circulo que transmite provisionalmente el poder de uno a otro antes de retornar a su vez al primero, tornándose el gobernado a su vez en gobernante, el representado a su vez representante y viceversa.



b) la circulación del círculo que hace así, mediante el retorno de ese por turno, que el poder final y supremo retorne a sí, al sí mismo de uno mismo, al mismo que sí. El mismo circulo, el circulo mismo debería asumir el retornar por venir pero también el provecho del poder final en su origen o su causa, en su para – sí.



La libertad en la ipseidad es un para si, un conocete a ti mismo. La libertad en el concepto marca más porque hay ahí como la apertura vacía de un provenir del concepto mismo y, por consiguiente, del lenguaje de la democracia, del concepto y del léxico de la democracia. De lo que se trata es de la democracia siempre por venir; democracia por venir que como sintagma pertenece al menos a una de las vetas de la tradición platónica, por lo que hablar de democracia por venir consiste en contentarse con explotar, de una manera precisamente analítica, descriptiva, constatativa, políticamente neutra, el contenido de un concepto heredado y, por consiguiente aducido.



En la democracia, cada cual puede llevar la vida que le plazca, en este regimen, en esta politeia que no es un regimen o una constitución, ni una autentica politeia, habrá todo tipo de hombres, una mayor variedad que en cualquier otro lugar, de ahí que la democracia sea la más bella y la más seductora de las constituciones.



Alternativa y alternancia



Partiendo de la hipótesis o la hipotética por turno árabe e islámica, donde árabe y, por turno, islámica para evitar el guión con frecuencia abusivo de lo árabe-islamico, pero manteniéndose árabe e islámico al hacer referencia a la literalidad árabe de la lengua coránica.



Hoy en la así llamada tradición europea que rige al concepto mundial de lo político, allí donde lo democrático se torna coextensivo con lo político; allí donde lo democrático se torna constitutivo del ámbito político precisamente a causa de la indeterminación y de la libertad, del libre juego de su concepto, allí donde al tornarse consustancialmente político en esa tradición greco-cristiana y mundializante.



Lo democrático parece indisociable, en la modernidad posterior a la ilustración de una secularización ambigua, pues bien, en la aparente modernidad de dicha situación, los únicos y muy escasos regímenes que no se presentan como democráticos son los regímenes de gobierno teocrático musulmán.



“Partiendo de la hipótesis árabe e islámica la cultura islámica seria la única cultura religiosa o teocratita que todavía puede, de hecho y de derecho, inspirar y declarar una resistencia a la democracia. Sí aquella no resiste necesariamente a lo que llamaríamos una democratización efectiva más o menos denegada, al menos puede resistir al principio o al alegato democrático, al legado y al viejo nombre de “democracia””[11]



Teniendo en cuenta el viculo existente entre lo democrático y lo demográfico empeñándonos en rendir cuenta, contando y calculando, empeñándonos en dar razón debemos tomar en cuenta que hablar del Islam es hablar de mucha gente en el mundo, por eso este vinculo se transforma en la cuestión mas urgente de lo que queda por venir para lo que todavía llamamos lo político; lo político entendido como la apertura y el libre juego que se da en la extensión misma en la indeterminación de terminada de su sentido, es decir, lo democrático.



Hoy estamos ante la presencia de un tiempo necesariamente finito de la política y, por lo tanto, de la democracia, de tal suerte que la democracia por venir no significa la inclusión del derecho a diferir, aunque sea en nombre de alguna Idea reguladora, la experiencia y menos aún la inyucción de la democracia.



“El por-venir de la democracia es también, pero sin presencia, el hic et nunc de la urgencia, de la inyucción como urgencia absoluta. Incluso allí donde la democracia hace esperar o se hace esperar. Digo: “si contamos y contamos con numero”[12]



Aquí la democracia se muestra como sabemos como la cuestión del calculo, y del calculo aritmético, de la igualdad según el numero, y por ende del calculo de las unidades, unidades que reciben el nombre de voces; voces que se insertan en la cuestión del nomos y del nemein, que no son otra cosa sino la cuestión de la distribución o de la participación.



En esta reflexión derridiana respecto a la alternancia y la alternativa en la democracia es necesario hacer énfasis en los ejemplos oportunos del filosofo francés cuando refiere a la posibilidad de imaginar lo que podría ser la interrupción de una elección en medio de lo que se llaman vueltas del escrutinio, pues tal situación manifiesta la cuestión de vuelta, de doble vuelta o de por turno, donde la democracia siempre habrá de dudar, pues se encuentra ante la disyuntiva de la alternativa de dos alternancias.



Una alternativa que en primera instancia será normal y democrática, donde el poder de un partido llamado republicano sustituye al otro partido igualmente llamado republicano, la otra alternativa de la alternancia parte del riesgo que se corre al otorgar el poder, de manera democrática, a la fuerza de un partido elegido mediante el poder del pueblo, a partir de sus voces y su voto, pero que en esencia no es presuntamente democrático.



Alternativa, alternancia, el por turno de la democracia, el otro lado de la misma, que se incluye en la gran cuestión de la democracia parlamentaria y representativa moderna, que se incluye en cualquier democracia, dentro de la lógica del turno, de la otra vuelta, de la otra vez, y por lo tanto del otro, del alter en general, donde la democracia como alternativa puede ser pensada como una alternancia democrática.



Esto lo ejemplifica Derrida al hablar del proceso electoral de Francia, de Chile y de Argelia. En Argelia dice el filosofo francés el proceso electoral corría el riesgo de otorgar, por las vías más legales, el poder a una mayoría probable que se presentaba esencialmente islámica e islamita y cuya meta, se temía sin duda con razón, era cambiar la constitución y abolir el funcionamiento regular de la democracia o la efectividad de una democratización supuestamente en marcha.



Del caso argelino se revelan tres casos razones ejemplares:



1) El acontecimiento argelino demuestra de manera efectiva la hipótesis del Islam, pues el auge de un islamismo anti-democrático habrá provocado la suspensión de un proceso electoral de tipo democrático, la hipótesis de cierto Islam de éste Islam y el no Islam en general representa la única cultura religiosa que, hasta aquí, habría resistido a un proceso europeo de secularización y por ende, en este sentido estricto, de politización.



Este primer punto evoca a la realización de dos tareas que son por turno teórica y política y que a la vez o sucesivamente es teórica y política. Aquí una de las tareas corresponde al habito del saber teórico o hermenéutico, una tarea que corresponde a un trabajo histórico inmenso, urgente y serio no únicamente sobre aquello que autoriza o no, en esta o en aquella otra lectura de la herencia coránica y en su lengua misma, la traducción de un paradigma propiamente democrático.



La instauración de la problemática y/o paradigma democrático tiene relación con el hecho inquietante de que la Política de Aristóteles haya estado ausente de la importación, la acogida, la traducción y la meditación islámica de la filosofía griega.



Para algunos historiadores e intérpretes la ausencia de la Política de Aristóteles en el corpus filosófico árabe habría tenido un significado sintomático que tendría el privilegio de correr parejo a un juicio severo respecto de la democracia. La instauración de dicha problemática o de esta inmensa tarea es a la vez necesaria e imposible. Gira dentro de un círculo vicioso.



Presupone antes que cualquier otro examen de traducción lingüística o política, que existe en griego un sentido propio, estable y univoco de lo democrático mismo, aunque de esto habrá que sospechar. Sospechar porque quizás de lo que se trate esta problemática sea de una esencia sin esencia y sin meta, bajo la misma palabra, a través de un concepto, es decir que puede tratarse de un concepto sin concepto.



“Dicho esto, esa reserva fundamental no debería arruinar la posibilidad ni la necesidad de un estudio serio y sistemático de la referencia a la democracia, del legado y del alegato democrático, bajo ese nombre o bajo un nombre presuntamente equivalente”[13].



La otra tarea es la que refiere a la política, dicha tarea consiste en hacer cualquier cosa para ayudar, primero en el mundo islámico, aliándose de esta forma con su filosofía, pero sobre todo mostrándose como un amigo de la democracia en el mundo y no sólo en un país, mostrarse como amigo es aliarse a las fuerzas que luchan no sólo por la secularización de lo político, sino también por la emergencia de una subjetividad laica, así como a una interpretación de la herencia coránica que haga prevalecer en ella las virtualidades democráticas que sin duda no son legibles del todo.



2) en segundo lugar la suspensión del proceso electoral en Argelia se muestra como un acontecimiento típico, característico de todos los ataques contra la democracia en nombre de la democracia misma.



En este punto el análisis de Derrida enfatiza que tanto el gobierno como el pueblo argelino (aunque no su mayoría) consideraron que el proceso electoral incoado conduciría democráticamente al fin de la democracia, prefiriendo por tanto poner fin a dicho proceso, el gobierno y el pueblo argelino decidieron de forma soberana suspender la democracia por su bien y así cuidar de ella con la finalidad de inmunizarla contra la peor y más probable agresión.



Aquí la hipótesis central es la de una toma de poder o de una entrega de poder (kratos) a un pueblo (demos) que, con su mayoría electoral y según unos procedimientos democráticos no habría evitado la destrucción de la democracia misma. Por consiguiente, un determinado suicidio de la democracia. La democracia siempre ha sido suicida y si hay un por-venir para ella es a condición de pensar de otro modo la vida y la fuerza de vida.



3) El envió, el saque de la democracia reclama su reenvío. El envió como emisión, como misión que pone sobre la vía, como legado, se llama aquí, a partir del envió, reenvió. Reenvió que no es otra cosa sino la prorroga y como exclusión asesinato y suicidio a la vez, por ello siguiendo el hilo conductor de este envió – reenvió llegamos a una formalización todavía más potente.



En Argelia la colonización y la desconolización fueron, ambas experiencias auto-inmunitaria en el transcurso de las cuales la imposición violenta de una cultura y de una lengua política produjo a su vez exactamente lo contrario de la democracia. Bajo el nombre de la democracia se produjo una guerra civil que defendía los ideales políticos inculcados por la colina, empero y gracias al conflicto se interrumpió la democracia interrumpiéndose el proceso electoral con la finalidad de salvar a la democracia que se encontraba amenazada por los enemigos declarados de la democracia.



“Cuando tienen la garantía de la mayoría aritmética, los peores enemigos de la libertad democrática pueden, al menos en virtud de un simulacro retórico verosímil, presentarse como los más demócratas de todos”[14]



Así pues a fin de defenderse y protegerse del agresor la democracia secretaba pues enemigos a lados del frente y, aparentemente, la única elección que le quedaba era entre asesinato y suicidio; pero el asesinato se transformaba ya eb suicidio y el suicidio se dejaba, como siempre, traducir en asesinato.



Este proceso auto-inmunitario consiste en un reenvió, ya que la figura del reenvió pertenece al esquema del espacio y del tiempo, a lo que hace ya mucho tiempo se le ha dado el nombre de esparcimiento como devenir-espacio del tiempo o devenir- tiempo del espacio. Los valores de huella o reenvió, así como de différance son indisociables de aquel, aquí el reenvió democrático espacia y difracta más de una lógica y más de una semántica.



Al aperar en el espacio, la topología auto-inmunitaria ordena siempre reenviar la democracia a otra parte, expulsarla o rechazarla, excluirla so pretexto de protegerla en el interior reenviando, rechazando, excluyendo fuera a los enemigos domésticos de la democracia. La topología auto-inmunitaria puede reexpedir a su casa a los enemigos, los puede mandar lejos de las urnas y del espacio público, puede vetarlos y reexpedirlo del territorio nacional, privándolos incluso de su libertad de movimiento, expresión, pero también puede interrumpir el proceso electoral o excluir de éste a los enemigos declarados de la democracia.



Así pues tampoco se puede probar que hay más democracia en el derecho al voto otorgado o en el derecho al voto negado, mucho menos se puede probar que hay más o menos democracia en el escrutinio llamado mayoritario o en el escrutinio llamado proporcional; ambos escrutinios son democráticos y, a la vez, protegen su carácter democrático por medio de la exclusión, del reenvió, pues la fuerza del demos, la fuerza de la democracia compromete a ésta a representar no la mayor fuerza del mayor numero, sino también de los menores y las minorías y de los pobres, de todos aquellos y de todas aquellas que, reclaman en medio del sufrimiento una extensión legítimamente infinita de esos derechos asi llamados del hombre.



Al operar el reenvió en el tiempo la auto-inmunidad reenvía para más adelante las elecciones y el advenimiento de la democracia, haciendo posible la interpretación de un doble reenvió que se presenta como una fatalidad auto-inmunitaria inscrita en el concepto mismo de una democracia sin concepto, en una democracia desprovista de mismidad y de ipseidad, una democracia cuyo concepto permanece libre, sin embrague determinado, en rueda libre, en el libre juego de su indeterminación, en esa misma cosa o causa que, precisamente, bajo el nombre de democracia, no es nunca propiamente lo que es, nunca ella misma. La democracia por venir por tanto no se reduce a una idea o a un ideal democrático, en el por turno del reenvió.



La democracia no es lo que es sino en la différance, en virtud de la cual aquella se difiere y difiere de sí misma; no es lo que es sino espaciándose más allá del ser e incluso de la diferencia ontológica; espaciándose más allá del ser e incluso de la diferencia ontológica es igual a sí misma y propia consigo misma solamente en tanto que es inadecuada e impropia.



Más allá de los ejemplos del caso argelino Jaques Derrida nos introduce al acontecimiento llamado 11 de septiembre que es también un proceso auto-inmunitario pues a raíz del acontecimiento la administración norteamericana anuncio el su pretensión de iniciar una guerra contra el eje del mal, contra los enemigos de la libertad y contra los asesinos de la democracia en el mundo, empero el anuncio también significo una restricción, en el vecino país del norte, de las libertades denominadas democráticas o el ejercicio del derecho, extendiendo los poderes de la inquisición judicial, sin que nadie, sin que un demócrata, pueda oponerse seriamente a ello ni hacer otra cosa que deplorar estos o aquellos abusos en el empleo a priori abusivo de la fuerza en virtud de la cual una democracia se defiende contra sus enemigos, se defiende de ella misma, de sí misma, contra sus enemigos potenciales.



En el ejemplo del acontecimiento se encuentran dos razones para tornar aquí la mirada hacia la libertad, la primera refiere a un cierto vació, una especie de desembrague, la rueda libre o la indecisión semántica en el centro de la demokratia. La democracia no podía reunirse en torno a la presencia de un sentido axial y univoco que no se destruyese ni se llevase a sí mismo por delante. La segunda razón nos conduce hacia todos los lugares de pensamiento en donde la interpretación, incluso la reinterpretación de la libertad, de lo que la libertad quiere decir, corre el riesgo de trastocar el legado y el alegato, el envió de la democracia.



“Allí donde la libertad ya no esta determinada como un poder, un dominio o una fuerza, como una facultad siquiera, como una posibilidad de yo puedo, la evocación y la evaluación de la democracia como poder del demos (pueblo) se ponen a temblar”[15].



Por ello si nos importa la libertad en general, antes de hacer referencia a cualquier interpretación ya no se debe tener miedo de hablar con o sin o contra la democracia.



La libertad en un modo reconstructivo pone de nueva a cuenta en cuestión a la libertad como fuerza, dominio y facultad. Libertad que mal canalizada y mal entendida se transforma en abuso de poder, abuso de poder que es inherente a la soberanía misma, lo cual convierte a un Estado en un Estado canalla, en un Estado donde la libertad no se deja presentar como la autonomía de una subjetividad dueña de si misma y de sus decisiones por ello es que a pesar de la existencia de una llamada soberanía estatal existen países que por más democráticos que sean siempre faltan al cumplimiento y mantenimiento de las libertades y por supuesto de las igualdades,



De tal suerte el ejemplo de Estados Unidos se nos presenta como el caso ejemplar del estado canalla, pues es un Estado que aun cuando se encuentra en condiciones de denunciar las violaciones al derecho, su incumplimiento, las perversiones y los desvíos cometidos por cualquier rogue State no realiza acción alguna, pues su defensa estriba en que las acciones por ellos realizadas son acciones que van dirigidas contra los enemigos del mundo-democrático. Estados Unidos, ese país que se considera garante del derecho internacional, impulsa la guerra, efectúa operaciones de policía o de mantenimiento de la paz porque posee la fuerza para hacerlo.



Estados Unidos y los Estados aliados en estas acciones son ellos mismos, en cuanto soberanos, los primeros rogue Status, los primeros estados que restringen libertades, pues el discurso dominante sobre la democracia implica esa libertad como poder, facultad, facilidad para hacer, fuerza, en suma hacer lo que se quiera que no es otra cosa sino la forma sencilla y breve de emplear la voluntad intencional y decisoria.



“Por consiguiente, resulta difícil entender cómo podría otra experiencia de libertad fundar de una formula inmediata, continua, consecuente, lo que todavía se llamaría una política democrática o una filosofía política democrática”[16]



En la voluntad intencional, en la toma de decisiones existe ipseidad y libertad, pero también existe auto-inmunidad en la cual el Estado canalla resulta ser un Estado suicida, un Estado homicida, pues la auto-inmunidad soberanía amenaza siempre con privar al suicidio mismo de sus sentido y de su presunta integridad, por ello el lo auto-inmunitario no consiste sólo en perjudicarse o en arruinarse, lejos de pensar en la auto-catástrofe, la auto-inmunidad consiste en amenazar al yo o al sí, al ego o al autos, a la ipseidad mismas, es decir, en centrar la inmunidad de autos mismo, que no sólo significa auto-concentrase y/o conocerse a sí mismo sino encontrar el autos y por consiguiente la ipseidad.



La formulación del Estado Canalla parte de la consideración de la auto-inmunidad que se presenta como una cuestión suicida que no es otra cosa sino el gesto de Jean-Luc Nancy cuando se habla de la retirada de una aseidad del ser, por consiguiente, del ser uno mismo por sí mismo del ser en la partición de la ipseidad, donde la ipseidad de la singularidad tiene por esencia la retirada de la aseidad del ser. Por ello el ser de su sí mismo es lo que sigue siendo sí mismo cuando nada retorna a sí.



De tal suerte que la libertad desempeña el juego discreto del intervalo y ofrece el espacio del juego donde cada vez tiene lugar la posibilidad de que sobrevenga una singularidad irreductible, que como tal es libre pues sobre viene en el espacio libre y en el espaciamiento libre del tiempo, lanzando al sujeto al espacio de la partición del ser, en conclusión la libertad es la lógica especifica del acceso a sí fuera de sí, en un espaciamiento cada vez singular del ser.



Partiendo del espaciamiento, del devenir-espacio del tiempo o del devenir-tiempo del espacio es posible hacer una distinción entre lo democrático y lo político que centran su distinción entre lo posiblemente imposible y lo posiblemente posible. Lo democrático se muestra pues como lo posiblemente imposible y lo político como lo posiblemente posible.



Por ello en el Estado canalla la libertad[17] no se mide con nada y la libertad es restringida, pues nada es seguro en el espacio de lo político y lo democrático, recordemos que el conflicto esta siempre al acecho, siempre presente, una disputa interminable, pues la desconfianza, así como la ignorancia esta sentada entre nosotros en primera fila.



“Una de las numerosas razones por las que desconfió del hermano y, sobre todo, de lo que podría haber de tranquilizador en la expresión “diputa fraternal”, es que no hay peor guerra que la de los hermanos enemigos. Solamente hay guerra, y peligro para la democrcia por venir, allí donde hay hermanos”[18].



El Estado canalla es aquel que pone en evidencia las condiciones que este tiene para llevar a cabo el proceso bélico sobre otros Estados Canallas otros estados Voyou, otros rouge status, pues como Estado canalla en su más “legitima soberanía”, pue el Estado Canalla abusa de su poder en nombre de la soberanía, de tal suerte que Derrida afirma que desde el momento en que existe soberanía, existe abuso de poder y rogue State. El abuso es la ley del uso, tal es la ley misma, tal es la ley del más fuerte, que hace posible la búsqueda de una soberania que pueda imperar sin restricciones.



Lo que aquí se observa es que la soberanía sólo puede tender, por un tiempo limitado, a imperar sin restricciones. Sólo puede tender a la hegemonía imperial. Usar este tiempo ya es abusar, como lo hace aquí mismo el canalla que soy, el mismo canalla al que busco y al que estoy siguiendo



“El canalla siempre es el otro, siempre es señalado con el dedo por el burgués bienpensante, por el representante del orden moral o jurídico. Es siempre una segunda o tercera persona. Incluso si se dice yo, aquí, por ejemplo “yo soy y persigo (a) un canalla, nadie dirá en principio, “soy, ego sum, un canalla”[19]



Queda entonces cuestionar la existencia de Estados canallas, pues hay más Estados canallas de los que se piensa, por ende es posible responder la pregunta primaria de Derrida y afirmar que efectivamente existen Estados canallas, que hay más de los que se piensan, y que estos son parte de un sistema a todas luces denominado canallocracia, que no es otra cosa sino un poder corrompido y corruptor de la calle, es un poder ilegal y fuera de la ley que logra conforar un Estado virtual que representa un principio de desorden, un principio de amenaza contr un orden público, pero que más allá representa el principio del desorden en tanto que es orden de suplencia.



Con la afirmación de la efectiva existencia de Estados canallas se da un primer y último giro, último giro que representa una vuelta, que es una vuelta de una revolución o de una revolving door. La cual consiste en una primera caida hacia la tentación, donde el yo resiste a dicha tentación de forma tan fácil como legítima, pues es capaz de pensar que allí donde todos los Estados son Estados canallas, no hay más canallas sino los que se incluyen en la canallocracia que no es otra cosa sino la propia cracia de la soberanía estatal.



Allí donde siempre hay más canallas de lo que se dice o se quiere hacer creer, no hay más canallas. Pero, más allá de esta necesidad intrínseca, en cierto modo, de poner fuera de uso el sentido y el alcance de la palabra “canalla”, desde el momento en que cuantos más canallas hay, menos hay, y en que “más canallas”, “no hay más Estados canallas” significa dos cosas también contradictorias, existe otra necesidad de poner fin a esta denominación y circunscribir su época, delimitar el uso frecuente, recurrente, compulsivo que pudieron hacer de ella Estados Unidos y algunos de sus aliados.



La hipótesis derridiana parte del momento en que finalizo la guerra fría, durante la cual dos superpotencias excesivamente armadas, miembros fundadores y permanentes del Consejo de Seguridad, creían que podían hacer imperar el orden en el mundo mediante un equilibrio del terror nuclear e interestatal; por otro lado, aunque esta locución se siga utilizando aquí y allá, su fin, más que anunciarse, teatralmente, mediática y teatralmente, se confirmó el 11 de septiembre, fecha indispensable para referirse económicamente a un acontecimiento al cual no corresponde ningún concepto, y con razón, un acontecimiento además constituido, de manera estructural, en acontecimiento público y político, a partir del acontecimiento del 11 de septiembre se derrumbó visiblemente todo el dispositivo lógico, semántico, retórico, jurídico, político que tornaba útil y significativa la denuncia, al fin de cuentas tranquilizadora, de los Estados canallas.



“Por consiguiente, ya sólo hay Estados canallas y ya no hay ningún Estado canalla. El concepto habrá alcanzado su limite y el fin, más aterrador que nunca, de su época. Este fin siempre estuvo cercano, desde el principio”[20].



Los intentos por identificar a los Estados “terroristas” o Estados canallas son racionalizaciones” destinadas a negar el pánico o el terror frente al hecho de que la amenaza absoluta ya no puede provenir o estar bajo el control de algún Estado. Hay por supuesto que disimular, mediante esta proyección identificatoria; que potencias nucleares o armas de destrucción masiva son virtualmente producidas y accesibles en lugares que ya no dependen de ningún Estado. Ni siquiera de un Estado canalla.



Queda claro que desde el acontecimiento del 11 de septiembre ya no estamos ante la presencia de una guerra internacional clásica, porque ningún Estado la ha declarado ni está dispuesto a hacerlo como tal contra algún Estado-Nación pues las guerras ya no tratan sobre la resistencia a una ocupación territorial, de una guerra revolucionaria o de una guerra de independencia para liberar un Estado colonizado y fundar otro.



Por estas mismas razones, se considerará inadecuado el concepto de terrorismo, que siempre ha sido justamente asociado a “guerras revolucionarias”, “guerras de independencia” o “guerras de partisanos” en las que el Estado ha sido siempre el objetivo, el horizonte y el territorio. No hay entonces más que Estados canallas y ya no hay Estado canalla.



El Estado canalla es el estado donde impera la razón del más fuerte, el cual ha perdido la brújula pues ha dejado fuera de sí la ecuación y la relación entre justicia y fuerza que presupone que es justo que lo que es justo sea seguido y que es necesario que lo que es más fuerte sea seguido de lo cual se deduce que lo que es justo debe -y es justo- ser seguido: seguido de consecuencia, de efecto, aplicado, enforced; después añade que lo que es más fuerte también debe ser seguido: de consecuencia, de efecto, etc. Dicho de otra manera: el axioma común es que lo justo y lo más fuerte, lo más justo como lo más fuerte, debe seguirse.



Por consiguiente la justicia sin la fuerza es impotente la fuerza sin la justicia es tiránica y al ser tiránica es canalla . La justicia sin fuerza es contradicha porque siempre hay malvados; la fuerza, sin la justicia, es acusada. Por tanto, hay que poner juntas la justicia y la fuerza; y ello para hacer que lo que es justo sea fuerte o lo que es fuerte sea justo, por lo que sólo así será posible hablar de otra distinción de lo que quiere decir que la razón del más fuerte es siempre la mejor.



En canallas Derrida adelanta la idea de la democracia por venir, de una democracia no presente, una democracia por venir que actúa de modo imprevisible, haciendo una crítica interminable a las democracias reales o formales, representativas o simuladas, donde la libertad y la igualdad no hacen justicia a la exigencia de una democracia incondicional.



La anulación de la democracia, la restricción es la pérdida de la democracia donde se vislumbra la identidad compacta de la razón del más fuerte, por otro lado en lo que refiere a el poder de la democracia por venir siempre hay una diferencia viva, que habla y es escuchada, que salvaguarda un futuro abierto y la relación con los otros. De ahí que la democracia es la única forma política en donde es posible un disenso permanente.



La exigencia de la democracia es crecer hacia allí donde es bloqueada por la razón del

más fuerte, la misma razón que condena y persigue a determinados Estados como “canallas”, siendo paradójicamente quien condena de ese modo el “Estado canalla” por excelencia, es decir, el Estado que mina a la democracia y al derecho internacional.



La democracia hiperbólicamente democrática es para Derrida una democracia a todas luces internacional, cosmopolita, es decir, lleva consigo el requerimiento ineludible de extender la hospitalidad a todos aquellos ante los que paradójicamente se blindan las democracias liberales occidentales, dichas democracias dejan en claro que la verdad de la expectativa y la obsesión de lo que Derrida denomina la democracia por venir.







Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005.













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[1] El Estado Canalla se trata nada menos, que de la razón del más fuerte, del derecho de la ley, de la fuerza de ley en una palabra del orde, del orden mundial y su por venir, del sentido del mundo.

[2] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005, Se Ruega insertar, pag 2.

[3] La fuerza vulnerable es una fuerza sin poder que se expone de manera incondicional a aquello que viene y que viene afectarla. La venida de dicho acontecimiento excede la condición de dominio y la autoridad aceptada por convenio, a esto es lo que se le denomina preformativo.

[4] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005, pag 9

[5] Op Cit, Canallas, Pag, 12.

[6] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005 pag 23.

[7] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005 pag 25.

[8] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005, Pag 25.

[9] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 35

[10] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 39

[11] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 48

[12] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005, Pag 49

[13] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 51.

[14] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 53

[15] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 60

[16] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 63

[17] La libertad no es sólo el atributo de un ego, el yo puedo de un libre albedrío, el poder de un sujeto voluntario, de un sujeto presuntamente amo

[18]Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 69

[19] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 86

[20] Jaques Derrida, Canallas, Dos ensayos sobre la razón, Trotta, España, 2005. Pag 131.

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